Se dirían -por el gesto- que son los <Trabajos de Hércules>,
si no fuera porque está casado
y, por ende, quedaría mejor aquello de
los <Trabajos de Persiles y Segismunda>.
Sea como fuere,
después de volver de la peregrinación de Roma,
han tenido la peregrina idea de pensar (Rodin redivivo)
y llevar a cabo (con los sudores del Génesis)
aquella obra de misericordia
que se traduciría por
rellenar «la posada del peregrino».
No queda más que decir que
el himno de <Gothia>,
viendo al alarife, sonaría así:
<¡qué trabajos nos manda el Señor!>
Feliz conspiración, ideada por el sufrido carpintero, Jose Manuel, y por su compañera, amiga y esposa, Ingrid. Ha sido una travesura encadenada, con la complicidad de unos y otros, para provocar una sonrisa y un comentario tan enjundioso, como nos ha regalado el destinatario de tamaño atrevimiento: Su casa fué invadida, en su ausencia, por duendecíllos benévolos, que han sido generosa e inmerecidamente recompensados. Al final, seguiremos estando, siempre, en deuda; porque lo recibído supera, siempre, a lo obsequiado.
No me atrevo añadir ni al brillante y «enjundioso comentario» del Padre ni a la ingeniosa reseña de Lupe. Fue, en efecto, una divertida sucesión de ideas y colaboraciones que hicieron la delicia de los implicados pensando en la sorpresa que se iba a llevar el dueño de la «posada del peregrino». Qué el susodicho disfrute del resultado.