“La oración del Señor contiene siete peticiones a Dios Padre.
Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle:
la santificación de su Nombre,
la venida de su Reino y
la realización de su voluntad.
Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas:
le piden que nos alimente,
que nos perdone,
que nos defienda ante la tentación
y nos libre del Maligno”
(Compendio del Catecismo, n. 587)
Dice la imagen de hoy y el canto de ayer:
«Escucha las preces de los sacerdotes que imploran a tus oídos.»
Delegamos en los rezadores especiales y en los rezadores oficiales. Los mediadores. Tal vez olvidamos el comun sacerdocio bautismal. Tal vez pesa en nuestra «religiosidad» que si se cumple la promesa «cuando dos o mas os reunáis en mi nombre… y sobretodo si hay un pastor consagrado» es mas efectiva la súplica.
Me ha emocionado la didáctica síntesis del catecismo sobre la oración de Jesús a su Padre.
«presentan _al Padre de misericordia_ nuestras «miserias» (mas delicado y realista que nuestros «pecados») y nuestras «esperanzas» (de que se necesita su ayuda y la de el mediador Jesús…el «camino»).
Casi hay que poner comillas en cada palabra.
Y una petición extra.
Entender y saber, comprender y actuar, qué es, como hacer (no solo decir) «la santificación de su Nombre»,
Gracias por esta cita y comunicación diaria que hace pensar… y rezar en la mañana, tarde y noche. Va dejando un surco diario en el campo a arar, como los bueyes de san Isidro.