Miércoles de Cuaresma:
practicando la misericordia (V)

«Estuve enfermo, y me visitasteis (Mateo 25,36)
La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones continua entre sus discípulos.
  «¡Sanad a los enfermos!» (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña.
La Iglesia cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
   No obstante, la Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor de los enfermos, atestiguado por Santiago:

«Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5,14-15). La Tradición ha reconocido en este rito [de unción con aceite bendito] uno de los siete sacramentos de la Iglesia.
(Cat 1509s)
El cuidado a los enfermos es un deber y una gracia que se puede recibir como don.

Peregrinando… 
a Mérida, Asturias…

«Mérida celebrará, en 2023, un Año Jubilar Eulaliense. Se han unido, para esbozar el programa de los actos, el arzobispado de Mérida-Badajoz, el ayuntamiento emeritense y las asociaciones eulalienses. Y el Vaticano les ha comunicado ya que serán concedidas las indulgencias y gracias jubilares que el arzobispo solicitó para quienes peregrinen a la basílica de santa Eulalia.

Santa Eulalia, natural de Mérida, fue una adolescente que dio muestras de poseer durante su martirio, en el año 304, una gran fortaleza, y, por su admirable testimonio de vida y de muerte, mereció que el vate cristiano de lengua latina Aurelio Prudencio (348-410), autor del “Peristéfanon”, le dedicase uno de sus más hermosos poemas.

Los restos mortales de esta virgen y mártir se custodian dentro de una arqueta, que se muestra, para la veneración de los fieles, en el baldaquino que se encuentra en el centro de la capilla de Santa Eulalia, que mandó hacer, en el siglo XVII, el obispo Simón García Pedrejón, en la catedral de Oviedo. En el suelo descansan los cuerpos de varios prelados, entre ellos Mons. Juan Bautista Luis Pérez. Éste inició su ministerio episcopal en la sede ovetense a principios de 1922. Hace, pues, cien años. Era de Burriana y amigo del sacerdote Maximiliano Arboleya, al que había conocido en Roma y al que nombró deán de la “Sancta Ovetensis”. Los dos eclesiásticos fueron insignes figuras del catolicismo social en España y no debería concluir 2022 sin que se les rindiese a ambos el homenaje que merecen. Monseñor Juan Bautista Luis Pérez falleció, el 6 de noviembre de 1934, en Madrid, un mes después de haber estallado la Revolución de Asturias.

Mas volviendo a santa Eulalia, hay que recordar lo acaecido unos años antes de su nacimiento. Y fue que se declaró una peste terrible que asoló el norte de África. Hubo que suspender toda actividad. Incluidas las persecuciones. Sin embargo, los cristianos, dice un escritor antiguo, olvidándose de sí mismos, visitaban sin precaución a los enfermos, los servían en todo, los cuidaban en Cristo y hasta morían contentísimos contagiados, asumiendo voluntariamente los dolores del prójimo. 

Muchos que se curaron, fallecieron después por fortalecer a otros. Los mejores de entre los sacerdotes, diáconos y laicos, murieron, y por la piedad y fe que mostraron, fueron equiparados a los mártires. Y eso es lo que hemos visto últimamente entre nosotros: en los hospitales, en las residencias de mayores y en domicilios particulares, a causa del coronavirus.  A personas que se han entregado con amor cristiano y una voluntad de oblación plena de sí mismas al cuidado y al servicio de los enfermos y de los ancianos.

He traído esto a colación porque, en el Año Jubilar Eulaliense, van a ser puestas de relieve las relaciones existentes, y puede que, de dependencia, entre el cristianismo del norte de África y el de la región en la que se hallaba enclavada Mérida, para luego, a partir de ésta, llegar, por la Ruta de la Plata, al de León y Astorga, tomando como base la famosa carta 67 del obispo san Cipriano de Cartago (200-258), en la que menciona a los fieles de León, Astorga y Mérida.

Y Asturias, con sesenta y dos lugares de culto, entre iglesias parroquiales y capillas, dedicados a santa Eulalia de Mérida, y guardiana de sus restos mortales, no debería, por razones obvias, quedar fuera del conjunto de las celebraciones del 2023 en honor de la santa virgen y mártir emeritense».

(Jorge J. Fernández Sangrador)

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Cruz visigótica con hojas de palmera (Sevilla)

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Bibliografía/ Un libro para leer y difundir:

San Isidoro de Sevilla,
De los oficios eclesiásticos.
Introducción y traducción del latín por Antonio Viñayo González.
Editorial Isidoriana, León 2007.

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