MMM: martes misa mozárabe…

En Cuaresma, durante la fracción del Pan, la «fractio Corporis»,
se puede cantar esta antífona sálmica:
«Que tu misericordia…»
Es un auténtico acto de fe:
Cristo se rompe, se destroza, se entrega en su Cuerpo,
para dar vida eterna a los nuestros.
Aquí descubrimos la misericordia de Dios.
Él ha entregado su Cuerpo para que tengamos acceso a su Reino.
Por eso, el trozo del Pan consagrado (sancta)
que el presbítero muestra sobre el cáliz,
en la solemne ostensión, se llama «Reino».
El pedazo de la hostia se denomina «lo Santo»
y a los que lo contemplan «los santos».
De ahí la monición: <Sancta sanctis>.
O, lo que sería lo mismo:
las cosas santas para los que han sido santificados por el bautismo
en la muerte y Resurrección de Cristo.
La misericordia de Dios ha venido sobre nosotros
y lo celebramos en cada Eucaristía.

 

2 comentarios en “MMM: martes misa mozárabe…

  1. ¡¡Venga tu Reino, venga a nosotros tu misericordia¡¡
    Despacio, pronunciando cada sílaba…

    Explicar y meditar cualquier gesto de la liturgia es buenísimo. El «Sancta sanctis», por el momento y el tono emocional, suele ser sobrecogedor. Ya comentamos que hacer el gesto y la proclamación sobre el fragmento «Reino» de la fracción, es todo un símbolo de realeza, señorío y poder, adoración y privilegio de los bautizados. Ligarlo a la petición de misericordia es otro matiz inteligente, otra puerta de meditación.
    E inmediaramente dejar caer el Pan sobre el Vino, para recibirlo de bebida eucarística, acción de gracia, de gracias, de misericordia.
    Que hermoso, en asamblea, para todos…

  2. Qué emoción tan grande cuando el celebrante en la misa mozárabe levanta «lo santo» y lo ofrece a «los santos». Nosotros «santos»? Es imposible, nosotros que somos tan pecadores. Pero ahí está la grandeza infinita del sacrificio del Señor, de su amor y su misericordia; perdona siempre para que podamos, después de bautizados, ser incluidos entre los santos y tener acceso al Reino de los Cielos, gracias a la muerte y Resurrección de Cristo. No hay palabras adecuadas para describir ese gran regalo.

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