La que, en sus inicios, fue una memoria mariana de los frailes servitas fue extendida a toda la Iglesia por el Papa Pío VII (1814) y se celebraba el tercer domingo de septiembre.
En 1912 el papa san Pío X la fijó en la fecha del 15 de septiembre, antigua octava de la Natividad de María.
Tanto el Breviarium Gothicum como el Misal Mozárabe de Cisneros denominan a este día:
Octava Sancte Marie.
***
Simeón dijo a María:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten,
y será como un signo de contradicción:
y a ti misma una espada te traspasará el alma»
(cf. Lc 2, 34-35)
OH, Dios,
junto a tu Hijo elevado en la cruz
quisiste que estuviese la Madre dolorosa;
concede a tu Iglesia,
que, asociándose con María a la pasión de Cristo,
merezca participar en su resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Audición: Ave Mundi Spes Maria
(Seq Modos VII y VIII)
Traducción:
Salve, esperanza del mundo, María,
Salve, gentil, Salve, piadosa,
Salve, llena de gracia.
Salve, oh virgen singular,
que fuiste elegida
para no sufrir las llamas a través de las zarzas.
Salve, bella rosa;
Salve, raíz de Jesé:
cuyo fruto afloja las cadenas de nuestro llanto.
Salve, cuyo vientre dio un hijo en contra de la ley de la muerte.
Salve, incomparable,
entre lágrimas has renovado la alegría para el mundo.
Salve, lámpara de las vírgenes, a través
de ti brilla la luz celestial sobre las sombras.
Salve, oh Virgen de la que el Dios de los cielos quiso nacer,
y de cuya leche se alimentó.
Salve, joya luminosa de los cielos.
Salve, santuario del Espíritu Santo.
¡Oh cuán maravillosa,
y cuán digna de alabanza es tu virginidad!
Por la cual brilla tu fecundidad, a través del Espíritu,
el Paráclito.
¡Oh cuán santa, cuán serena,
cuán benigna, cuán amable creemos que eres Virgen!
A través de ti la esclavitud ha terminado,
el cielo nos abre su puerta, y se nos devuelve la libertad.
¡Oh lirio de castidad!, ora a tu hijo,
que es la salvación de los humildes:
Para que no suframos el castigo, en la sentencia llorosa,
por nuestras culpas.
Que por tu santa oración,
alcancemos la purificación de los pecados,
y lleguemos a la casa de la luz (in lucis domo).
Que cada hombre lo diga. Amén.
LOS SIETE DOLORES DE SANTA MARÍA-CANTIGA DE ALFONSO X
CSM 403 LOS SIETE PESARES
Es la cantiga central, la número 50 del Códice de Toledo. En el borde del folio 145 alguien escribió en el manuscrito “pois este debe ser a festa de ramos; Aver non poderia lagrimas…”, lo que nos indica que en algún momento se cantó al inicio de la Semana Santa. La cantiga medita sobre los pesares de Santa María a lo largo de su vida a causa de su Hijo. La matanza de niños mandada por Herodes y la huida a Egipto, la pérdida de Jesús niño tres días entre los judíos de Jerusalén, y toda la sucesión de tragedias de la pasión de Jesucristo: prisionero, herido, elevado a la cruz, la muerte, el desclavado de la cruz y su entierro, y su soledad tras la ascensión. Tiene su cúspide emocional al cantar del dolor profundo de Santa María cuando presencia la muerte de su hijo.
Esta cantiga de los siete dolores de la Virgen es contemporánea del “Stabat Mater dolorosa”, secuencia latina atribuida al monje Jacopone da Todi (h.1228-1306), al Papa Gregorio X (1210-1276) o a san Buenaventura (1218-1274).
https://youtu.be/0IGFxPLrzkw
Castellano –
403 Esta es de los sietes pesares que
Santa María hubo de su Hijo.
No podría tener lágrimas
con que llorase todo
lo que querría llorar,
si antes no me acordase
de cómo Santa María
vio a su Hijo sufrir cosas
que le causaron muchos pesares
antes de que éste se la llevara.
Uno de estos pesares
fue cuando huyó a Egipto
a causa de los miles de niños
que, según hallé escrito,
el maldito Herodes
mandó matar
al mismo tiempo
por todo su reino.
El segundo pesar fue
cuando perdió a su Hijo
por tres días,
y creyó que los judíos
lo tenían escondido, y
pensó que lo habían matado
o traicionado y estuvo
llorando hasta que vino a ella.
El tercero fue muy duradero
e intenso, y fue cuando
un mensajero le dijo que
llevaban preso a Jesucristo,
su Hijo de verdad,
y que lo llevaban maniatado
y muy solo
y desamparado de los suyos.
El cuarto fue cuando
la pobre mujer vio a su Hijo
llevando la pesada cruz,
mal herido de azotes,
mesada la barba
y cubierto de salivazos
mientras la multitud
gritaba contra El.
E1 quinto pesar fue
cuando lo pusieron en la cruz
y para aliviarle le dieron
vinagre e hiel;
y echaron a suerte sus vestiduras
e hicieron para que le llegase
la muerte en la cual
hubieron gran placer.
E1 sexto fue cuando
lo desclavaron de la cruz
y cubierto con la mortaja
lo llevaron a enterrar y
con el temor de algún conflicto
pusieron guardas en el sepulcro;
pero después, El me valga,
no lo hallaron allí.
Según cuenta la escritura,
el séptimo fue uno
muy lleno de pesadumbre
y gran dolor cuando vio
a Dios subir a las alturas
de las que vino,
y ella quedó triste
en poder ajeno.
Galaico-portugués original
403 Esta é dos sete pesares que viu Santa Maria do seu Filo.
Aver non poderia
lagrimas que chorasse
quantas chorar querria,
se m’ante non nenbrasse
como Santa Maria
viu con que lle pessasse
do Fillo que avia
ante que a levasse.
Un daquestes pesares
foi quando a Egito
fugiu polos millares,
segund’ achei escrito,
dos mininos a pares,
que Erodes maldito
fez matar a logares
por seu rein’ aver quito.
O segundo foi quando
seu Fill’ ouve perdudo
tres dias, e cuidando
que judeus ascondudo
llo tinian, e osmando
que morto ou traudo
foss’, e por el chorando,
ant’ ela foi vinudo.
E o pesar terçeiro
foi mui grand’ aficado,
quando ll’ un mandadeiro
disse que recadado
seu Fillo verdadeiro,
Jesu-Crist, e liado
levavan mui senlleiro,
dos seus desanparado.
Do quarto foi coitada
u seu Fillo velido
viu levar a pesada
cruz, e el mal ferido
d’açoutes e messada
a barva e cospido,
e a gent’ assunada
sobr’ el en apelido.
O quinto pesar forte
foi quando o poseron
na cruz e por conorte
azed’ e fel lle deron;
sobre seus panos sorte
deitaron e fezeron
per que chegou. a morte,
onde prazer ouveron.
O sesto foi sen falla
quando o despregaron
da cruz e con mortalla
a soterrar levaron,
e temendo baralla
o sepulcro guardaron;
mais pois, se el me valla,
ali nono acharon.
Segund’ a Escritura
conta, foi o seteno
pesar de gran tristura
e de gran doo cheno
quando viu na altura
Deus sobir, onde veno,
e ficou con rancura
pois en poder alleno.