Por ti, Señor, y con motivo de tu resurrección,
entonamos nuestros cantos de alabanza;
te pedimos que,
así como te dignaste aceptar la muerte
y resucitar al tercer día,
por nosotros, pecadores,
nos concedas ser perdonados de todas nuestra culpas.
R/. Amén.
(Oratio Alia, Pascua)
De esta oración de hoy me sorprende el razonamiento simple y directo:
Aprovechando que entonamos cantos de alabanza en la Pascua de Resurrección, como… aceptaste morir y resucitar… por nosotros (pecadores), así (en consecuencia, te pedimos que remates este asunto…) y nos concedas ser perdonados, nada menos que de…todas nuestras culpas (no de unas pocas, sino todas).
Y lo mejor es que habla en plural (como en el Padrenuestro), en comunidad. No en esta especie de obsesión del pecado personal y absolución personal. O de la respuesta al credo personal (sí creo, en lugar de sí creemos) en la liturgia de hoy, como si mi fe no estuviera apoyada en la de mi comunidad, los maestros, los educadores, los mártires, los santos en comunión, etc…
Aquí todos implicados, todos solidariamente pecadores, liturgicamente orantes y suplicantes.
Fantástico, lógico, eficaz, simple.
Curativo.
Veo que continuamos con una mística un poco trasnochada. Tengo en mis manos la Exortación Apostólica del Papa Francisco «GAUDETE ET EXSULTATE» (Alegraos y regocijaos). Donde el Santo Padre insiste entre otras cosas en que todos estamos llamados a ser reflejo de la presencia de Dios, viviendo con caridad e identificándonos con Cristo y su empeño por construir un reino de amor, justicia y paz.
Después veremos si la Bendición es de más jóvenes o menos.
Vivamos la PASCUA que dura CINCUENTA DIAS con alegría, pensando y pidiendo por nuestros hermanos que no la viven ni pueden vivirla.