Ya desde su comienzo la Iglesia ha celebrado con una solemne vigilia nocturna la Pascua anual, solemnidad de las solemnidades.
Precisamente la resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza,
y por medio del Bautismo y de la Confirmación
somos injertados en el misterio pascual de Cristo, morimos con Él, somos sepultados con Él y resucitamos con Él, para reinar con Él para
siempre.
Esta Vigilia es también espera de la segunda venida del Señor.
(FFPP 80).
Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor,
y la vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las santas vigilias».
Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana
(ib. 77).
El Cordero inmolado
ha resucitado
con la fuerza del León
(cf. Ap 5,5).
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¡Esta es la Noche…
este es el Día!