– Es el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, el que actúa con el mismo poder del Padre.
El que aplaca y subyuga a nuestros enemigos.
El que trae a nuestras vidas esta Buena Noticia.
El que nos atrae a vivir su novedad,
la que consiste en vivir para Él,
que murió resucitó por nosotros
(cf. II Cor 5, 14-17).
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El asombro se cultiva en la liturgia.
El martes próximo celebramos
la última misa en Rito mozárabe de este curso ’23-’24.
Nos concitamos a las 19 h.
Después, tendremos un <vino español>
compartiendo lo aportado.
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Dentro de seis meses se abrirá la Puerta Santa del Año Jubilar 2025.
Roma se prepara para las grandes peregrinaciones «en la esperanza».
Se trata, desde ahora mismo, de ir ahorrando
para poder peregrinar a la Urbe.
El próximo año puede regalarnos una auténtica gracia.
He oído decir:
<Me hice una alcancía y voy metiendo cada moneda de DOS euros
que llega a mis manos>.
Es una buena manera de privarnos de algunos gastos
y de ir alimentando la esperanza de poder ir juntos al sepulcro de los apóstoles.
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A Juan el Bautista lo celebramos, no dos, sino tres veces. Nacimiento, muerte martirial y… en el día del bautismo del Señor. Ahí está también de protagonista secundario entre el Espíritu Santo y el Padre. A veces fuera del agua del Jordán, a veces dentro. ¿Cómo no iba a ser importante?. Se le llama Juan, y al otro Juan hay que apellidarle el evangelista. Grandes Juanes, uno profeta y el otro místico.