No comulgo con la frase y el autor.
Es cuestión de sensibilidades.
Tal vez dentro de un monasterio, pensando en un superior agrio… y con los votos, etc.
Pero no soy monje.
Prefiero una moraleja mas activa, mas generosa, mas transformadora… como «haz un esfuerzo en conocer a la persona que te carga, intenta ver el porqué El analizar la cuestión…no sea que tu cargas el doble…etc».
Prefiero esto que trasforma el mundo, a lo de la «mortificación» que santifica.
Ese tipo de supuesta santidad de yo conmigomismo a la búsqueda de la perfección interior, y el «soy bueno porque me santifica», no me atrae.
Es mas, lo detesto.
Santa Teresita se santificó, entre otras muchas virtúdes, por conseguir que, esa hermana que no le caía bien; que, inclúso, la mortificaba, siempre pensó que Teresita la amaba mucho.
Ahí radica la grandeza:
Saber vencer la tentación de devolver mal por mal. Y en lugar de éso, regalarle lo mejor de su paciencia y amabilidad.
Necesitamos grandes dosis de humildad, para entender estas cosas… y llevarlas a la práctica.
En nuestra «pequeña vida ordinaria», se nos presentan miles de ocasiones,
que no vemos, o que no queremos ver…
Mi vida es mi propio monasterio y mis votos…. miro hacia el cielo, y los veo allí escritos.
Así de sencillo y…. difícil.
No comulgo con la frase y el autor.
Es cuestión de sensibilidades.
Tal vez dentro de un monasterio, pensando en un superior agrio… y con los votos, etc.
Pero no soy monje.
Prefiero una moraleja mas activa, mas generosa, mas transformadora… como «haz un esfuerzo en conocer a la persona que te carga, intenta ver el porqué El analizar la cuestión…no sea que tu cargas el doble…etc».
Prefiero esto que trasforma el mundo, a lo de la «mortificación» que santifica.
Ese tipo de supuesta santidad de yo conmigomismo a la búsqueda de la perfección interior, y el «soy bueno porque me santifica», no me atrae.
Es mas, lo detesto.
Santa Teresita se santificó, entre otras muchas virtúdes, por conseguir que, esa hermana que no le caía bien; que, inclúso, la mortificaba, siempre pensó que Teresita la amaba mucho.
Ahí radica la grandeza:
Saber vencer la tentación de devolver mal por mal. Y en lugar de éso, regalarle lo mejor de su paciencia y amabilidad.
Necesitamos grandes dosis de humildad, para entender estas cosas… y llevarlas a la práctica.
En nuestra «pequeña vida ordinaria», se nos presentan miles de ocasiones,
que no vemos, o que no queremos ver…
Mi vida es mi propio monasterio y mis votos…. miro hacia el cielo, y los veo allí escritos.
Así de sencillo y…. difícil.