R. Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco, déjame ver tu figura.
* Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro,
porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Y una gran señal apareció en el cielo:
una Mujer, vestida del sol,
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
R. Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro,
porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
(Ct 2, 14; Ap 12, 1 )
***
<¡No temáis ante los grandes retos del presente! Avanzad confiados por el camino de la nueva evangelización, el servicio caritativo a los pobres y el testimonio cristiano en cada realidad social. Caminad con alegría, lleváis con vosotros una rica y noble tradición cristiana. Muchos santos y santas han hecho de vuestros pueblos y ciudades una tierra de santidad. Seguid su ejemplo, recorred el sendero de la santidad. Sed apóstoles de nuestro tiempo, confiando siempre en la ayuda de Dios.