Rey de los pueblos / Rex Gentium


Los títulos de Cristo en la gruta de Belén (Palestina)

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«Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra».

La sexta antífona que nos prepara para las Pascuas presenta tres títulos mesiánicos.
El acróstico ERO CRAS se construye desde la primera: Rey.
Aquí, nuestro texto se inspira en la profecía de Jeremías (10,7) cuyos ecos resuenan en el libro del Apocalipsis (15, 3).
El título «Deseado de los pueblos» se encuentra también en la profecía de Ageo (2,7).
Cristo es el pontífice, el que hace un puente entre Dios y los hombres; pontífice entre los mismos hombres, con su propia carne (cf. Efesios 2, 14). Sobre la piedra angular que profetizaba Isaías (28,16) se construye el templo de su Cuerpo, la Iglesia tomada de Israel y de todas las naciones (cf. Efesios 2,14).
En la petición se confiesa que el Verbo, el Hijo del Padre, estaba actuando al inicio de la creación modelando al ser humano del limo de la tierra (cf. Génesis 2,7).
Cimentados en Él pedimos al Paráclito el don de piedad.

“Llegan días –dice el Señor- en que suscitaré a David un Renuevo justo; y El reinará como rey” (Jeremías 23, 5). “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9, 6).
En efecto, su nombre es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19, 16). El rey de Israel será soberano universal: “Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas” (Isaías 2, 4 cf. Jeremías 10, 7; Daniel 7, 14).

Aunque las naciones se esfuercen por conseguir tesoros materiales, el auténtico deseo del corazón, su tesoro es el que viene (cf. Ageo 2, 7/8; Isaías 11, 10). «Porque él es nuestra paz: quien de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Efesios 2, 14); de modo que ambos pueblos no son ya “extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo» (Efesios 2, 19s).
Jesús, Príncipe de la paz, es la piedra angular (cf. Salmo 118 (117), 22; Marcos 12, 10 y par.; Hechos 4, 11), piedra viva, escogida y preciosa (1 Pedro 2, 4) sobre la que estamos edificados (1 Pedro 2, 6 cf. 1 Corintios 3, 11).


AUDICIÓN:
Rorate coeli 

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¿Ya has puesto tu Nacimiento en casa?
Este año es una buena ocasión para poner el belén o para incrementarlo.

Belén en la Ermita de san Isidro (Madrid, diciembre 2022 / Año Jubilar diocesano)

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Rey, Deseado y Piedra angular

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