Rey de reyes

Adoración de los magos con san Gabriel (códice mozárabe)

 

«Por medio de una estrella radiante,
te manifestaste como hombre nuevo
en tu amable infancia,
y -único Dios en la Trinidad-
quisiste ser adorado por los tres magos…
desciende hoy hasta nosotros,
Rey de Reyes,
como lo hiciste con Moisés en el monte Sinaí…
[y haz que nuestra oración]
te sea agradable  como fue
la de tu sacerdote Melquisedec»

 

(cf.  PG Epifanía, lit. hisp.moz)

 

3 comentarios en “Rey de reyes

  1. Buenos días madrugadores, amanece.
    Anoche, con velas encendidas, incienso abundante, parsimonia y con las ingeniosas y deliciosas oraciones especiales mozárabes del día, celebramos la eucaristía de los martes. Con la alegría de hacerlo juntos y con ese rostro de tristeza (que algunos no sabemos disimular aunque queramos) por los queridos ausentes.
    El rostro de Gabriel en la imagen (para mi desconocida y que copio y guardo) del códice mozárabe de hoy… me dice mucho.
    Se sujeta el mentón entre sorprendido y fascinado por asistir a la llegada de esos «buscadores» del Rey por el que merece la pena dejar todo y viajar para adorar y regalar cosas. Todos descalzos, María elegante sobre escabel, y el resto en pie y con viento que agita capas y alas. La estrella de ocho puntas ante el rostro del niño de dos años, que ya se entera de todo.
    Pido por nositros, que nos «enteremos de todo» y que entendamos los signos «oscuros» de los tiempos y las enfermedades.
    Salud y fuerza, luz con paz, para la cuesta de enero de Gothia.

  2. Hoy es san Eulogio, presbítero.

    Se manifestó a nosotros el que es «Luz de Luz», al cual bautizó Juan en el Jordán:
    * Nosotros creemos firmemente y proclamamos que nació de la Virgen María.
    V. Los cielos se abrieron sobre él y se oyó la voz del Padre.

    SEÑOR y Dios nuestro,
    que en la difícil situación de la Iglesia mozárabe
    suscitaste en san Eulogio de Córdoba un espíritu heroico
    para la confesión valiente de la fe,
    concédenos superar con gozo y energía,
    fortalecidos por ese mismo espíritu,
    todas nuestras situaciones adversas.
    Por nuestro Señor Jesucristo…

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