Rey, Deseado y Piedra angular

Estrella en la «Torre de la Virgen» en el Templo expiatorio de la Sagrada Familia (Barcelona, dic. 2021)

***

«Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra».
La sexta antífona que nos prepara para las Pascuas presenta tres títulos mesiánicos. El acróstico ERO CRAS se construye desde la primera: Rey. Aquí, nuestro texto se inspira en la profecía de Jeremías (10,7) cuyos ecos resuenan en el libro del Apocalipsis (15, 3). El título «Deseado de los pueblos» se encuentra también en la profecía de Ageo (2,7).
Cristo es el pontífice, el que hace un puente entre Dios y los hombres; pontífice entre los mismos hombres, con su propia carne (cf. Efesios 2, 14). Sobre la piedra angular que profetizaba Isaías (28,16) se construye el templo de su Cuerpo, la Iglesia tomada de Israel y de todas las naciones (cf. Efesios 2,14).  En la petición se confiesa que el Verbo, el Hijo del Padre, estaba actuando al inicio de la creación modelando al ser humano del limo de la tierra (cf. Génesis 2,7).
Cimentados en Él pedimos al Paráclito el don de piedad.

Consagración de vírgenes en la Catedral de la Almudena (Madrid, Adviento 2021)

***

“Llegan días –dice el Señor- en que suscitaré a David un Renuevo justo; y El reinará como rey” (Jeremías 23, 5). “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9, 6). En efecto, su nombre es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19, 16). El rey de Israel será soberano universal: “Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas” (Isaías 2, 4 cf. Jeremías 10, 7; Daniel 7, 14).

Aunque las naciones se esfuercen por conseguir tesoros materiales, el auténtico deseo del corazón, su tesoro es el que viene (cf. Ageo 2, 7/8; Isaías 11, 10). «Porque él es nuestra paz: quien de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Efesios 2, 14); de modo que ambos pueblos no son ya “extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo» (Efesios 2, 19s). Jesús, Príncipe de la paz, es la piedra angular (cf. Salmo 118 (117), 22; Marcos 12, 10 y par.; Hechos 4, 11), piedra viva, escogida y preciosa (1 Pedro 2, 4) sobre la que estamos edificados (1 Pedro 2, 6 cf. 1 Corintios 3, 11).

Buscamos tu rostro, porque eres nuestro rey y salvador (cf. Lucas 2, 11). No hay santo como tú, Señor; ni hay roca como nuestro Dios (1 Samuel 2, 2; cf. 2 Samuel 22, 2. 32). Nosotros somos de barro (cf. Génesis 2, 7; Isaías 64, 4) pero confiamos en ti, Señor, que eres la roca perpetua (Isaías 26, 4) para permanecer cimentados en la verdad (cf. Isaías 28, 16): en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo en quien podamos ser salvos (Hechos 4, 12).

El hispalense en la Basílica del Cerro de los Ángeles (Getafe/Madrid)

***

Hoy, en el Rito hispano se recuerda al gran san Isidoro de Sevilla (+ 636). “El obispo hispalense es citado como autoridad en diversos concilios toledanos (Concilio VI de Toledo del a. 636, Concilio VIII de Toledo del a. 653, Concilio XI de Toledo del a. 675, Concilio XV de Toledo del a. 688 y Concilio XVI de Toledo del a. 693); los eminentes obispos-escritores toledanos del s. VII, como Eugenio II (646-657), Ildefonso (657-667) y Julián (680-690), se sirven de los escritos isidorianos en sus propias obras; y, en realidad, todos los grandes escritores hispanos del segundo tercio del s. VII en adelante, hasta la caída del Reino visigodo de Toledo, se inspiran en las enseñanzas de Isidoro, como los pontífices Braulio de Zaragoza, Fructuoso de Braga (ca. 655/6-ca. 666/7) o Tajón de Zaragoza (651-ca. 683), el eremita Valerio del Bierzo († ca. 695), o los anónimos autores de las Vitas sanctorum Patrum Emeritensium (un extenso relato hagiográfico del que se conservan dos redacciones, una de hacia 633-638 y otra de hacia 672-680), del Liber de uitiis et uirtutibus orationis (un tratado gramatical de hacia 653-704), de la Regula communis (una regla de monjes de finales del s. VII) o del Commentarius in Genesim Intexuimus dictus (un tratado exegético de finales del s. VII o comienzos del VIII).

Los escritores hispano-mozárabes de los siglos VIII-IX no olvidaron tampoco al ilustre compilador de las Etymologiae, que influyó, por ejemplo, en los autores de los Chronica Byzantia-Arabica (ca. 743/4), los Chronica Muzarabica a. 754, el Liber de uariis quaestionibus aduersus Iudaeos (un tratado, quizás, de origen zaragozano y redactado en la primera mitad del s. VIII), el De trinitate diuinitatis<que> questionibus del Ps. Julián de Toledo (compuesto entre los ss. VIII-IX) y las Quaestiones de Trinitate conservadas en el segundo sector del códice Córdoba, Archivo Catedralicio y Biblioteca del Cabildo, 123 olim 1; del último tercio del s. IX), en el monje Pirminio, fundador de Reichenau († ca. 756), en el obispo Ascárico (de sede incierta) y su corresponsal, el, quizás, abad Tuseredo (ambos activos hacia el último tercio del s. VIII), en el obispo Elipando de Toledo (754-ca. 800), en Beato de Liébana (activo en el último cuarto del s. VIII y los primeros años del s. IX), en el laico Álbaro de Córdoba († ca. 863) o en el abad Samsón de Córdoba († 890)”.
(José Carlos Martín Iglesias)

Rorate coeli  (Cielos, lloved)
(subtit. español e inglés)

****
Conmemoración filatélica del 500 aniversario
de la primera mención escrita sobre
el abeto navideño en Alsacia (Francia)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *