Sábado mariano: después de ceniza
<La paz os dejo>


Desde el miércoles de ceniza en muchas iglesias se omite el signo de la paz.
La razón es muy sencilla: durante la Cuaresma hemos de esforzarnos
en ser autentico instrumentos de paz en medio de nuestro mundo.
En lugar del gesto de la paz en la celebración litúrgica buscamos «hacer las paces»
con tantos hermanos nuestros con los que estaos en «deuda».
En el Rito romano el Signo de la paz es optativo; se puede quitar en algunos momentos del año o siempre.
Sin embargo, en el Rito hispano es un elemento permanente. En la antigua costumbre se omitía al final de la Cuaresma.
Dice el Misal Hispano en su Ordenación General, nº 55:
<La cuarta oración variable, llamada Ad Pacem, con su propia fórmula de enlace,
la bendición trinitaria <La gracia de Dios Padre omnipotente…>,
la monición diaconal invitando a los fieles a comunicarse entre ellos el signo de la paz
y el canto Pacem meam do vobis 
forman la última fase de esta parte de la Misa hispánica,
que media entre la Liturgia de la Palabra y la Plegaria Eucarística>.

<Si quieres la paz, prepárate para la paz luchando contra el Mal> (san Pablo VI)

***

Una devoción para este día es el <Via Matris>:
Vía Matrix

Música para rezar:

AUDICIÓN para aprender:

Pacem meam…

1 comentario en “Sábado mariano: después de ceniza
<La paz os dejo>

  1. Un particular y breve VIA MATRIX medieval hispano.
    Los 7 pesares de Santa María, cantiga 403 de los siete dolores de la Virgen, de Alfonao X el Sabio 1275.
    https://youtu.be/0IGFxPLrzkw
    El título de la obra es: «Haver non podería lágrimas que chorasse.» La pequeña introducción nos dice: Esta quinquagésima é dos séte pesares que viu Santa María do séu fillo. No hay tras ella una historia como tal puesto que está calificada como Cantiga de loor, es decir, de alabanza.
    TESTO GALAICOPORTUGUES
    Religión Digital.
    https://www.religiondigital.org/aeterna_christi_munera/pesares_7_2529717007.html
    TEXTO TRADUCIDO CASTELLANO
    Elvira Fidalgo
    CSM 403
    Esta es de los siete dolores que sufrió Santa María por su hijo.
    No podría tener / tantas lágrimas que llorasen / cuanto [yo] querría llorar, / si antes no recordase / cómo Santa María / vio los pesares / del hijo que tenía, / antes de que se la llevase.
    Uno de estos pesares / fue cuando a Egipto / huyó por los campos de mijo, / según encontré escrito, / porque niños, a pares, / el maldito Herodes / mandó matar en las aldeas / para que en su reino no quedase ninguno.
    El segundo fue cuando / perdió a su hijo / [durante] tres días, creyendo / que los judíos se lo tenían / oculto y, temiendo / que muerto o maltratado / estuviese, por él [iba] llorando; / pero se presentó ante ella.
    El tercer pesar / fue muy pesado y grave, / cuando un sirviente / le dijo que llevaban
    preso / a su hijo verdadero, / Jesucristo, y atado, / absolutamente solo, /abandonado de los suyos.
    Por el cuarto estuvo muy afligida, / al ver a su hijo querido / llevar la pesada / cruz, y
    malherido / por los azotes, la barba / mesada y escupido, / y la gente amontonada / en torno a él y gritándole.
    El quinto pesar fue intenso, / cuando lo pusieron / en la cruz y para aliviarlo / le dieron vinagre y hiel, / se echaron a suerte y / se repartieron su ropa, / hasta que le llegó la muerte, / de lo que se alegraron mucho.
    El sexto fue, sin duda, / cuando lo desclavaron / de la cruz y con la mortaja / lo llevaron a enterrar / y, temiendo alboroto, / vigilaron el sepulcro, / pero, después, ¡así él me valga!, / allí no lo encontraron.
    Según cuentan las Escrituras, / el séptimo pesar fue / de gran tristeza / y cargado de
    duelo, / al ver subir a Dios / a las alturas, de donde procedía, / y quedó con tristeza / después al cuidado de otros.

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