San Juan, el Precursor

 

Juan Bautista es celebrado como “ángel” o mensajero,
como “el Amigo del Esposo” (Jn 3, 29)
y comparado con el antiguo profeta Elías.
Por la denominación de mensajero del Señor (ángelus Domini)
aparece representado con alas en algunos iconos.

***

Textos hispanos para la meditación:

 

Plegaria Eucarística del día de san Juan, el Precursor
(Rito hispano-mozárabe)

 

Es justo y necesario,
Padre todopoderoso, darte gracias,
porque tú, siempre atento a la salvación humana,
tanto en la creación al principio como en la posterior reparación,
para que no nos hallase desprevenidos tan gran acontecimiento,
destinaste a Juan, como escogido mensajero
para anunciar la venida de tu Hijo.

El que había de recordamos sus maravillas,
se mostró ya admirable por su mismo nacimiento
y con su manifestación preparó a los pueblos ignorantes
para aceptar la grandeza de lo que había de venir.

El que anunciaría a Cristo fue anunciado por un ángel;
el que predicaría al pueblo, es revelado en el templo,
conocido por la fama antes de aparecer en el tiempo.

Así se llevó a cabo el designio de tu voluntad:
el que fue prometido a sus padres durante la oblación del incienso,
es enviado a los pueblos para que lleguen a conocer la luz;
el precursor de la Palabra impone silencio a los incrédulos
y antes de llevar a cabo su misión, con la mudez de su padre,
pregonaba los futuros excesos de la infidelidad.

En efecto, hablaba a la antigua opinión,
para que el nombre del nuevo heredero,
impedido por las tradiciones paternas,
desligase la lengua de los fieles
en vistas a la doctrina superior del Evangelio.

He aquí que se alegra en el seno, para conmover,
ya desde las entrañas maternas,
los corazones de los que han de renacer
con la predicación del Rey que viene.

Juan se estremece de gozo,
para que el padre, mudo por el rechazo de la promesa,
convencido por el gesto del hijo,
diese testimonio de la misión que se le encomendaba.

Profetiza en espíritu,
da testimonio del Evangelio,
es ministro del bautismo,
enseña al pueblo,
habita en la soledad,
progresa en el desierto.

Prepara el sendero al que es camino,
anuncia que ha de venir el mismo por el que vino,
y no esconde que el que le seguirá es anterior a él.

Era espejo de la luz,
comienzo del bautismo,
testimonio de la verdad;
de manera que, después de los signos de la realidad,
mostrase la realidad de los signos en la plenitud de Cristo.

Mensajero de salvación, imitador de la pasión;
como profeta se puso al servicio del bautismo,
como Bautista al del martirio;
porqué con la palabra de su predicación
anunció y mostró a Cristo, el Hijo de Dios,
que había de venir para la redención del mundo,
y con el derramamiento de su sangre
dio testimonio del amor que le tenía.

Por esto, todos los ejércitos celestiales,
con los ángeles y arcángeles, alegrándose con los serafines,
cantan el himno de tu alabanza, diciendo:

Santo, Santo, Santo…

Santo y bendito eres en verdad,
Señor Dios todopoderoso,
unidad sin confusión y diversidad inseparable,
unidad de la Trinidad y Trinidad de la suprema unidad.
Tú, aunque impasible, te compadeces de tus obras
y en tu misericordia, para dar a conocer al Salvador,
no dudas en enviar a tu siervo Juan,
precursor del camino,
lámpara que anuncia la luz,
pregonero del Juez,
voz de la Palabra,
amigo del Esposo.

Por esto nosotros, por tus dones y sus beneficios,
al presentarte la oblación de este sacrificio
te pedimos que lo aceptes benigno y lo bendigas
con tu acostumbrada bondad;
que quienes te lo ofrecemos con sincera y humilde devoción,
recordando a Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro,
seamos transformados a su imagen.
Por el mismo Señor y Redentor eterno,
El cual antes de ser entregado a su Pasión
tomó pan…

Señor Jesucristo,
has restablecido con tu gracia a los hombres de poca fe
y te has manifestado a ellos con constantes pruebas.
Te anunció el santo doctor Juan,
tan incomparable por su santidad
como por sus singulares enseñanzas
él ofrecía la fuente del bautismo a los sedientos,
pero sin dejar lugar a dudas proclamaba tu inminente venida.
Él bajó al agua para purificar a los cuerpos,
pero eras tú el esperado para redimir las almas de los hombres.
Por su voz conocimos que tú, Señor, eres el Unigénito,
manifestado en un cuerpo de carne, de quien nos dijo:

“Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Juan es aquel a quien diste un nombre antes de su concepción,
a quien llenaste con el Espíritu Santo antes de su nacimiento,
el que con su concepción puso fin a la esterilidad de su madre
y con su nacimiento desató la lengua de su padre.
Te pedimos, Señor,
que te dignes aceptar y bendecir esta nuestra oblación,
tal como te complaciste en bendecir
la ofrenda de tu siervo el justo Abel.

R/Amén.

 

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