Os propongo este texto hispano -antiquísimo-
para rezarlo despacio.
Es una contemplación de Cristo Sacerdote y Maestro:
Santo y bendito es en verdad
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo;
él es la confianza de los patriarcas,
la plenitud de la ley,
la sombra de la verdad,
la predicación de los profetas,
el maestro de los apóstoles,
el padre de todos los creyentes,
la firmeza de los débiles,
la fuerza de los enfermos,
la redención de los cautivos,
la heredad de los redimidos,
la salud de los que viven,
la vida de los que mueren;
fue él quien,
siendo el verdadero sacerdote de Dios,
instituyó un nuevo género de sacrificio,
se ofreció a ti como ofrenda agradable,
y nos mandó a nosotros ofrecerla.
Bienvenida la dosis cristológica pura de la semana. Dura varios días y es acumulativa.
Escribo desde la catedral de Évora, antes mezquita destruida en el siglo XII, y no es irrelevante el espacio y el motivo. Nada es irrelevante. Todo enriquece, aunque cuando las aguas se hacen espesas y se cargan de lodo se oscurecen y conviene corrientes frescas que den vida y pureza al agua de nuestro interior.
Jesucristo: confianza, plenitud, sombra, predicación, maestro de… patriarcas, profetas, apóstoles, y padre de creyentes, vivos y muertos.
Y ahora mas y mejor: firmeza, fuerza, redención, heredad, salud y vida… de vivos y muertos.
Y rematando: sacerdote, sacrificio y ofrenda… que nos mandó ofrecerla y celebrarla.
A cantar y silbar…