Sobre la noche Santa de Pascua

ManoSobre la Noche santa de Pascua

Este texto, del tratado de san Agustín, obispo, 
<Sobre la Noche Santa de Pascua>,  
puede leerse, como monición conclusiva, 
al final de Vísperas del Sábado Santo.
 

En la noche que se avecina, celebraremos,
queridos hermanos,
una gran velada en honor
de la sepultura y resurrección del Señor;
dispongámonos, pues, ya ahora,
a permanecer en vela durante todo el tiempo
en el que el Señor durmió en el sepulcro en lugar nuestro.

Mucho antes de que tuvieran lugar estos acontecimientos
el Profeta había anunciado ya la pasión del Señor
con estas palabras:

«En paz me acuesto y duermo tranquilo
porque tú, Señor, me sostienes»

(Salmo 4, 6).

Cristo llama Señor al Padre.

La noche, pues, en la que él durmió
nosotros velamos a fin de poder vivir de la muerte
que por nosotros él sufrió.

En la hora de su sueño temporal
nosotros estaremos en vela a fin de que,
ahora que él vela por nosotros,
nosotros permanezcamos en vela infatigables,
para poder gozar de la velada eterna del Resucitado.

Porque en esta noche él resucitó,
por ello consagraremos la larga espera de esta vigilia
en honor de su resurrección.

 

Él «fue entregado por nuestros pecados»;
por ello él durmió;
él «resucitó por nuestra justificación» (Rm 4, 25),
por ello, en esta misma y única noche,
durante la cual él durmió,
nosotros celebraremos una gran vigilia,
a fin de tener en su propia vigilia
la seguridad de que no quedaremos dormidos para siempre.

 

Nosotros esperaremos velando
hasta la hora misma en que él despertó,
no sea que en el momento de nuestra justificación
en vista de la cual él resucitó,
por nuestra negligencia nos veamos sumergidos en el sueño
─ no me refiero al del cuerpo sino al del corazón ─
para siempre.

Dispongámonos, pues, queridos hermanos,
a velar y a orar en esta noche que se aproxima
para no caer en la tentación.

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