Hermanos,
sabéis que Dios, en el Antiguo Testamento,
quería que se le ofrecieran los diezmos de todo;
y sabéis también que estos días de cuaresma
vienen a ser como los diezmos de nuestra vida,
de cada año,
que hemos de ofrecer a Dios;
pidiendo pues perdón de nuestros pecados
mantengámonos constantes y unánimes
en el ejercicio del ayuno y de la oración;
y recordando la oración del Señor,
con el corazón y la boca digamos desde la tierra:
Padre nuestro…
(AOD, miérc., I semana de Cuaresma)
Pensar en diezmos es mercantilista, pero los judíos son semitas y el comercio y el «pacto» su hacer y su «ley».. Nosotros somos «bastante» fenicios.
Cómo hacer para que nuestra oración no sea un intercambio… Pues los místicos lo saben y hay pistas: con el corazón y la boca, y con el compartir del otro noventa por ciento.
Mirar para atrás y ver el recorrido (en mi caso de hoy con el trabajo de años con músicos andalusíes de Marruecos) es ver una mano misteriosa que ha conducido, a pesar de errores y egos, a un testimonio y realidad de obra cultural (y espero que espiritual) por no tirar la toalla en las dificultades, desencuentros y rivalidades.
En cuaresma también triunfa el amor a la «belleza» y la amistad para ir juntos.
No nos dejes caer en la tentación
(Lucas 4, 1-13)
….es una mano misteriosa pero al tiempo misericordiosa que nos ha llevado por el camino de la vida. A veces nos caemos; muchas veces. Pero la fuerza de esa mano hace posible que nos levantemos. A veces la caida es en la tentación; a veces en el desánimo o la tristeza. Pero siempre está esa mano si solo nos paramos para buscarla, para pedir que nos sujete. Alabado sea el Señor.
Heme aquí simplemente
para encontrarte sin obstáculo
en el silencio de la Fe,
ante ti Señor.
Amen