Esta tarde inicia la entrega de Cristo,
la Pasión Gloriosa,
con la institución de la Eucaristía
que el Señor mandó celebrar a los apóstoles en su Memoria.
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Acompañando al Señor Jesús…
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Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella última cena, en la cual el Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofreciesen» (Paschalis Sollennitatis 44).
Toda la atención del espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan en la Misa: es decir, la institución de la Eucaristía, la institución del Orden sacerdotal, y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna (ib. 45).
«Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.»
Se acerca la gran Vigilia, pero… hoy es gran Jueves:
«Canta, oh lengua, el glorioso misterio del Cuerpo y de la Sangre preciosa…»
Latín y castellano:
1 Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
2 Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.
3 In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.
4 Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.
5 Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.
6 Genitori Genitóque,
Laus et jubilátio; Salus,
honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.
Amen.
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1 Canta, oh lengua, el glorioso
misterio del Cuerpo
y de la Sangre preciosa
que el Rey de las naciones
Fruto de un vientre generoso
derramó en rescate del mundo.
2 Nos fue dado, nos nació
de una Virgen sin mancha;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez propagada la semilla de su palabra,
Terminó el tiempo de su destierro
Dando una admirable disposición.
3 En la noche de la Última Cena,
Sentado a la mesa con sus hermanos,
Después de observar plenamente
La ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
Como alimento para los doce.
4 El Verbo encarnado, Pan Verdadero,
lo convierte con su palabra en su Carne,
y el vino puro se convierte en la Sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
Solo la fe es suficiente
para fortalecer el corazón en la verdad.
5 Veneremos, pues,
Postrados a tan grande Sacramento;
y la antigua imagen ceda el lugar
al nuevo rito;
¡La fe reemplace
la incapacidad de los sentidos!
6 Al Padre y al Hijo
sean dadas Alabanza y Gloria,
Fortaleza, Honor,
Poder y Bendición;
una Gloria igual sea dada a
Aquel que de uno y de otro procede.
Amén.
Jueves glorioso:
Ad Cœnam Agni – A la Cena del Cordero
https://youtu.be/YVSNqwPk0Xo KONRAD RUHLAND RITMICO
Revestidos de blancas vestiduras, vayamos al banquete del Cordero…
Texto latino y castellano:
1. Ad cenam Agni próvidi,/
stolis salutis cándidi,
post tránsitum maris Rubri
Christo canámus Príncipi.
2. Cuius corpus sanctíssimum
in ara crucis tórridum,
sed et cruórem róseum /
gustándo, Deo vívimus.
3. Protécti paschæ véspere /
a devastánte ángelo,
de Pharaónis aspero /
sumus erépti imperio.
4. Iam pascha nostrum Christus est,
Agnus occísus innocens;
sinceritátis ázyma /
qui carnem suam obtulit.
5. O vera, digna hóstia,
per quam fragúntur tártara,
captíva plebs redímitur,
réddúntur vitæ prǽmia.
6. Consúrgit Christus túmulo,
victor redit de bárathro,
tyránnum trudens vínculo
et Paradísum réserans.
7. Esto perénne mentibus,
paschále, Iesu, gáudium,
et nos renátos grátiæ /
tuis triúmphis ággrega.
8. Glória tibi Dómine, /
Qui surrexísti a mórtuis,
cum Patre et almo Spíritu,
in sempitérna sǽcula.
Amen
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Revestidos de blancas vestiduras, vayamos al banquete del Cordero
y, terminado el cruce del mar Rojo alcemos nuestro canto al rey eterno.
La caridad de Dios es quien nos brinda y quien nos da a beber su sangre propia, y el Amor sacerdote es quien se ofrece y quien los miembros de su cuerpo inmola.
Las puertas salpicadas con tal sangre hacen temblar al ángel vengativo,
y el mar deja pasar a los hebreos y sumerge después a los egipcios.
Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua, ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo y sincero destinado a las almas sin mancilla.
Oh verdadera víctima del cielo, que tiene a los infiernos sometidos,
ya rotas las cadenas de la muerte, y el premio de la vida recibido.
Vencedor del averno subyugado, el Redentor despliega sus trofeos
y, sujetando al rey de las tinieblas, abre de par en par el alto cielo.
Para que seas, oh Jesús, la eterna dicha pascual de nuestras almas limpias,
líbranos de la muerte del pecado a los que renacimos a la vida.
Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo, que de los muertos ha resucitado,
así como también al sacratísimo Paráclito, por tiempo ilimitado. Amén.