Octava


La celebración de la Pascua se continua durante el tiempo pascual.

Los cincuenta días que van del domingo de Resurrección al domingo de Pentecostés se celebran con alegría, como un solo día festivo, más aún, como el «gran domingo».


El Cirio pascual que, para la veracidad del signo, ha de ser de cera, nuevo cada año, único, relativamente grande, nunca ficticio, para que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo.


La procesión en la que el pueblo entra a la iglesia se ilumina únicamente por la llama del cirio pascual.
Del mismo modo que los hijos de Israel durante la noche eran guiados por una columna de fuego, así los cristianos siguen a Cristo resucitado.

La llama del cirio pascual pasará poco a poco a las velas que los fieles tienen en sus manos, permaneciendo aún apagadas las lámparas eléctricas.

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Mañana, martes, nos encontraremos en la madrileña basílica de la Concepción para el culto hispano-mozárabe (19 h.).

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Oramos por el eterno descanso del Papa Francisco

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