Desde esta tarde
-las grandes fiestas
comienzan en la víspera –
celebramos al Custodio del Redentor…
Maestro en el taller de Nazaret…
Obediente, en silencio,
al ángel del Señor.
***
El calendario del Rito Hispano-mozárabe le recuerda durante el tiempo de Navidad, el día 3 de enero.
***
Hoy, martes, celebramos la misa en nuestro antiguo Rito
a las 19 h., en la basílica de La Concepcion (Madrid)
Grato São JOSÉ pois colaborastes juntamente com a PANAGHIA na co-redenção da humanidade. Aprendamos com JOSÉ a fazer silencio Aprendamos com nossa Mãe a fazer silencio guardando tudo no intimo do nosso coração e tb a não fazer porquês de tudo o que nos vai acontecendo .
Mi Señor San José,
me gustaría saber, cuantos hombres podrían superar el dolor de ver su amor propio, herido…
Enamorado como estabas de una joven pura, humilde, dulce, valiente, intrépida y generosa, diligente en el amar y en el servir, que le faltó tiempo para ponerse en marcha, por caminos duros y difíciles, para cuidar de su pariente Isabel, olvidándose de sí misma, pero custodiando un secreto, que tú desconocías.
Puedo imaginar tu dolor, tu decepción, tu incredulidad, cuando, a su vuelta, viste que estaba encinta.
«Pero ¿no es tan inocente y pura como yo pensaba?»
«¿Qué puedo hacer, si, a pesar de todo, la amo con todo mi corazón?
«No la expondré a ser castigada por su pecado, no y no. La amo demasiado.
Ante todos, cargaré yo con el fardo de
haber sido un mal hombre, deshonesto e irresponsable»
Que lección de generosidad nos dejaste para siempre.
El Señor supo entonces, a ciencia cierta, que tenías que ser tú, el padre de Su Hijo.
Cuidó de tí, liberándote de esa angustia tan lacerante, de esa decepción que sentías en tu pecho.
Te envió el mensaje, mientras dormías, que liberaba a María de su
aparente culpa.
Y tú, mostrando la mayor humildad y
gallardía, confiaste y te pusiste a disposición de lo que tu Señor dispusiera mandar.
Entonces, las sombras desaparecieron de tu corazón y miraste a María.
Con que dulzura debiste mirarla.
¿Cómo habías podido dudar de ella? te preguntarías, viendo esos ojos tan dulces y esa mirada tan limpia.
Al saber lo que ocurría, realmente, no te arredraste.
Y tú, al igual que Ella, te convertiste en Esclavo del Señor.
Fuerte y valiente, en todo momento,
ante los ojos de tu Esposa, pero siempre alerta, para defender la Custodia que albergaba en su interior.
Afrontando el duro trabajo para preparar la llegada de tu Hijo y cuidar de Ella, que no les faltara nada.
Con que humildad y discreción actuarías durante el parto. Que tacto y sensibilidad demostrarías en todo momento. Y, cuando María pusiera al bebé en tus brazos, puedo imaginar tu mirada de asombro, maravillada, dulce, pero también, seguramente consciente de lo que se te venía encima.
Siendo protector y custodio de las dos criaturas, que arrojo y valentía, y tambien miedo, por supuesto, porque eras de carne y hueso, demostraste, durante la huida que tuvisteis que emprender, por salvar al Niño.
Cuantas noches de insomnio, vigilante y al acecho de todos los peligros que debían existir, en aquella tierra, de caminos inhóspitos, rezando para que no aparecieran los guardias justicieros y os arrebataran al Niño, sin contemplaciones.
Seguramente, caminos plagados de maleantes oportunistas, tambien, amigos de lo ajeno.
Pasado todo ese horror que debisteis de sentir, los dos, en aquellos terribles días, imaginar vuestra vida sencilla, cotidiana, se me representa como una delicia. Con la lucha de la vida, que todos tenemos, por sacar a nuestras familias adelante, pero con la paz y la ternura que se respiraría en vuestro hogar. Vuestras miradas ensimismadas, viendo crecer a vuestro Niño. Enseñándole a rezar, a trabajar contigo y sobre todo, las conversaciones que tendríais los tres, y las risas. Sería un hogar alegre.
Cumplíais con vuestros preceptos.
Y os tocó vivir juntos, a María y a tí, el haber perdido a Jesús.
Puedo imaginar vuestro desaliento, vuestro desasosiego, vuestro inmenso dolor…
Mi señor San José, custodio del Redentor, Protector de los niños, te pido, te suplico, que custodies, que guardes, que guíes y que protejas, a nuestros niños.
A los niños de la calle.
A los niños de la guerra.
A los niños huérfanos.
A los niños que están en el vientre de sus madres, especialmente, las tentadas al aborto.
A los niños maltratados y abusados.
A los niños no queridos, no amados, no deseados.
A los niños que sufren la separación de sus padres, que les genera tanto dolor, tanta inseguridad…
Te pido que intercedas ante tu Esposa, para que Ella los cubra con Su manto.
A tí, a tu Esposa y a tu Hijo, Sagrada Familia de Nazaret, os pido por todas las familias, que tan en peligro están.