100 dias…


Rezamos por el obispo de Roma
al cumplirse los primeros cien días de ministerio petrino.

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Prolongamos el misterio de la Pascua de María
durante ocho días.

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Oramos por las víctimas
de las catástrofes naturales…

 

Un comentario en «100 dias…»

  1. Cantiga de la Asunción. Primera grabación mundial, y que yo sepa no existe ninguna otra. A loor de Santa María.
    «La audición y lectura de estas Cantigas en actitud de contemplación reposada, nos pueden conducir a la elevación espiritual de toda nuestra persona. Esta elevación no será un mero «estado de conciencia» como alejamiento de la realidad en una mística evasiva, sino una potenciación de nuestra humanidad y la solidaridad espiritual con los hombres y mujeres en su arte, sufrimientos y gozos. La mística de las Cantigas es ecuménica, humanística e integral. Nos eleva al mundo del espíritu y nos encarna en el mundo de la tierra. Nos humaniza y nos diviniza al mismo tiempo. Las Cantigas han sido extraídas de la tierra de los hombres y han sido regadas por el rocío del cielo.» Francisco Caballero, presbítero.

    http://www.pneumamusic.es Pneuma PN2-610, «La Vida De María» álbum doble. Cantigas De Las Fiestas de Santa María, Alfonso X El Sabio 1221-1284 · Eduardo Paniagua

    https://youtu.be/7gahFjRw7HU?si=G4jhhJ4HWvlGLmh0

    Grabada en la capilla del Seminario San Dámaso de Madrid en julio de 1996.
    CSM-419 ASUNCIÓN (Des quando Deus sa Madre aos çeos levou) 14’14 minutos. Voces 1,2,3,4, axabeba, viola, laúd árabe, flauta, gaita, zarb, tambor, tar y címbalos.

    Largo texto narrativo con muchos personajes, con formato zéjel o virolai: estribillo y estrofas.

    CSM 419- Asunción de Santa María que se celebra el 15 de agosto. La Fiesta de la Dormición de la Virgen es la más celebrada de las Cantigas, pues su referencia aparece en numerosas Cantigas de milagros. Paralela a la fiesta de la Natividad, también con treinta estrofas, tiene carácter narrativo. Es un antecedente del Misterio de Elche. Los apóstoles coprotagonistas, en especial Juan, Pedro y Tomás, con la entrega a éste último del cinturón de la Virgen. (Anécdota que aprendí, a disfrutar más tarde, de Manu Glez).

    TEXTO traducción al castellano del original galaicoportugués en verso.
    Esta IXª es sobre la vigilia de Santa María de Agosto; cómo ella pasó de este mundo y fue elevada al cielo.

    1 Pues después que llevó a aquella que nos dio por señora y él tomó por Madre, nos demostró el gran amor que nos tenía, que no podía ser mayor,
    pues nos invitaba a ir a su reino.

    2 Pero ahora os quiero contar cómo pasó de este mundo al otro y en que modo vino Dios a llevársela consigo al cielo, donde la coronó como reina de los santos, pues tanto la honró.

    3 A partir de cuando Dios llevó a los cielos a su Madre, nos mostró el camino de llevarnos consigo.

    4 Así fue que el día en que Dios murió, vio cuánto padecía su bendita Madre
    en la cruz por nosotros; e inmediatamente tal pesar recibió que contrajo una cuartana, de la que nunca sanó.

    5 Luego habitó siempre en Jerusalén, y no vino a ella enfermo alguno que inmediatamente no lo sanase; pero a ella no la dejó en ningún momento la cuartana hasta que murió.

    6 Estando un día en el templo la llena de toda gracia, un ángel le dijo: «Ave, Madre de Dios; tu Hijo manda decirte que es ya tiempo que dejes este mundo malo, donde te dejó.»

    7 Y le dio un ramo de palma en señal de que al tercer día ya no tendría otro;
    que vendría por ella el Rey espiritual, su Hijo Jesucristo, que en ella se había encarnado.

    8 Contestole la Santa Virgen: ¿Señor, qué nombre tienes?» El ángel le respondió: «Esto no lo sabrás, pues mi nombre es muy grande; pero pronto verás a los apóstoles contigo, pues los mandó venir Dios

    9 para honrarte en tu muerte.» Y se fue el ángel. Ella se fue a hacer oración
    al Monte Olivete, donde moraba entonces, e inmediatamente entró en su baño

    10 y se vistió de los mejores vestidos que tenía e hizo llamar a San Juan, y le comenzó a decir lo ocurrido, cómo había venido de parte de Dios un ángel.

    11 Y le dijo, llorando: «Acuérdate, San Juan, cómo el de muy buena voluntad, mi Hijo, me dejó en tu encomienda; por tanto me debes guardar en mi muerte, pues me encomendó a ti.

    12 Y como tengo oído, estos malos judíos, que mataron a mi Hijo, como incrédulos traidores, amenazan con quemar mi carne y mis huesos, una vez que hubiera muerto; así uno de ellos me lo contó.»

    13 Estando hablando entre sí ellos, unas nubes muy claras trajeron allí
    a los once apóstoles; pero no vino con ellos Santo Tomás, pues no tuvo tiempo de salirles al encuentro.

    14 Y luego que llegaron, como lo dice la escritura, los recibió muy alegre la San Emperatriz y les dijo: «Este es un día muy feliz pues Dios os trajo aquí y os reunió;

    15 y pues juntos estáis, os rogaría que hicieses vigilia conmigo; pues sé con certeza que mañana me iré de este mundo pues un ángel me lo ha dicho.»

    16 Cuando ellos oyeron esto, lloraron abundantemente; Después dijeron: «Haremos, Señora, lo que os plazca» Y rezaron sus salmos, tal como están en la ley, y Ella se dejó caer en su lecho ante ellos.

    17 Al día siguiente San Pedro oyó la voz de Dios que les dijo: «Aquí estoy con vosotros.» E inmediatamente todos sintieron un buen olor y vieron una claridad que todo lo iluminaba.

    19 Pero a la hora de sexta, os diré lo que hizo, Dios, Padre e Hijo de esta honorable Virgen: vino a llevarse el alma, que él en otra ocasión había
    infundido en el cuerpo donde la santificó.

    20 Y dijo a San Pedro: «Te diré lo que harás: una vez que mi Madre haya muerto, no esperes a mañana entierra su cuerpo en el Valle de Josaphat,
    en la sepultura que ella te indicó.»

    21 Esto sucedió en agosto, a mediado de mes, cuando Jesucristo tomó el alma de su Madre; y San Pedro tomó el cuerpo con los siete más tres
    Apóstoles y lo enterró en Josaphat.

    22 Y después que la enterraron en un sepulcro muy bello, se fueron a la ciudad; pero luego San Miguel llevó el cuerpo de ella con un gran tropel
    de ángeles que vinieron, y cada uno cantó.

    23 Yendo cantando, los vio subir Santo Tomás, que Dios hizo venir e una nube; y vio cómo iba Santa María entre ellos, y por saber quien era, les preguntó»

    24 Y ella le respondió: «Tomás, mi amigo, mi alma se la llevó mi Hijo, como te digo, y mi cuerpo lo llevan ahora estos santos ángeles hacia su reino, y con ellos me voy.»

    25 Y Santo Tomás le dijo: «Señora, me es muy necesario, para que sea creído en esto, si os place, que tenga alguna señal, para que así cuando lo dijese tenga algo para demostrarlo.» Y ella le lanzó

    26 la cinta que ceñía, que no os fue don despreciable, antes al contrario estaba muy bien hecha y era de obra muy fina. El le dio mil gracias por ella
    y con la cinta en la mano llegó a la ciudad.

    27 Después que lo vieron los once, le dijeron: «Quítate de aquí, pues Dios ha manifestado una gran prueba de que no te ama, ya que no viste morir a su Madre, ni estuviste aquí cuando la enterramos; ¡Tanto te despreció!.»

    28 Santo Tomás, llorando, les respondió a duras penas: «Decís cuando la metisteis; pero yo sé que ninguno la podréis hallar, como el bretón Artur, pues yo la vi subir en una nube, y me llamó;

    29 y para que me creáis, quiso darme esta cinta, y así seáis ciertos de lo ocurrido; que yo vi su cuerpo más blanco que flor de lis ir subiendo a los cielos, y tardó muy poco en llegar allí.»

    30 Entonces San Pedro dijo: «Sería conveniente que fuéramos a comprobar esto que nos dice este insensato; y si no fuera verdad, no daremos por él en adelante ni una hoja de col, pues siempre él dudó.»

    31 Entonces se fueron diciendo: «Nos ha dicho una mentira.» Y examinaron la fosa de aquella que vio morir a su Hijo en la cruz; pero no encontraron,
    otra cosa que la luz. Y signándose

    32 San Pedro y los otros, todos al unísono se postraron, pidiendo a Santo Tomás que, por Dios, los perdonase; él dijo: «No me ha importado ni una nuez, pues sabía que estaba en la verdad.»

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