


¿Qué pasa con los que mueren?
Creemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo
—tanto las que todavía deben ser purificadas con el fuego del purgatorio
como las que son recibidas por Jesús en el paraíso
en seguida que se separan del cuerpo, como el Buen Ladrón—
constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte,
la cual será destruida totalmente el día de la resurrección,
en el que estas almas se unirán con sus cuerpos.
(Credo del Pueblo de Dios 28)
+++
Oramos hoy por el Papa Francisco, en el VIII aniversario de su elección como Obispo de Roma
Cruz de la «Crónica Emilianense», año 992
El Escorial / Madrid. RBME, D-I-I fol. 16v.
***
Canto de los Trenos del tercer viernes
del tiempo penitencial:
«Escuchad, pueblos todos, y mirad mi dolor; porque la ira de Dios ha caído sobre mí por mis muchos pecados.
V/. Ha desahogado su furor sobre mí, el ardor de su ira ha descargado; me ha oprimido con amargura.
V/. Contra mí revuelve su mano todo el día; ha consumido mi piel, ha roto mis huesos, ha hecho pesadas mis cadenas.
V/. Aunque grito e imploro, rechaza mi plegaria».
(Del Libro de las Lamentaciones)
***
“En los miércoles y viernes de las cinco primeras semanas de Cuaresma, el canto de los Threni ocupan el lugar del Psallendum [salmo entre lecturas].
Los Threni expresan en tono dramático la penitencia de la Iglesia y los sufrimientos de Cristo en su Pasión. Sus textos están elaborados sobre varios pasajes de las Lamentaciones y de los libros de Job y de Isaías”
(OGMHM 36).
***
Hoy es día de abstinencia penitencial.
***
Icono del Precursor con «alas» indicando su misión de mensajero divino
Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 6-8. 19-28.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le
preguntaran:
—¿Tú quién eres?
El confesó sin reservas:
—Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
—Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo:
—No lo soy.
—¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
—No.
Y le dijeron:
—¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado,
¿qué dices de ti mismo?
Él contestó:
—Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como
dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
—Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
—Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que
viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la
correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan
bautizando.
El Papa Francisco, hablando de los signos populares que nos ayudan a preparar las Pascuas, dijo que “el Nacimiento y el árbol de Navidad, son signos navideños siempre sugestivos y amados por nuestras familias cristianas: recuerdan el misterio de la Encarnación, el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre para salvarnos y la luz que Jesús trajo al mundo con su nacimiento”.
“Tanto el belén como el Árbol llegan al corazón de todos, también de los que no creen, porque hablan de fraternidad, de intimidad y de amistad, llamando a la humanidad de nuestra época a descubrir de nuevo la belleza de la sencillez, del compartir y de la solidaridad”.
“El belén y el Árbol traen, por lo tanto, un mensaje de luz, de esperanza y de amor”.
Brotará un renuevo del tronco… (Is 11,1)
Hay dos series de lecturas bíblicas
en los días laborables del Adviento:
una desde el principio hasta el día 16 de diciembre,
y la otra desde el día 17 al 24 de este mes.
En la primera parte de este Tiempo,
se leen profecías de Isaías,
siguiendo el mismo orden del libro…
Los Evangelios de estos días están relacionados con la primera lectura.
Desde el jueves de la segunda semana,
comienzan las lecturas del Evangelio sobre Juan Bautista;
la primera lectura es o bien una continuación del libro de Isaías,
o bien un texto relacionado con el Evangelio.
En la última semana antes de Navidad,
se leen los acontecimientos que prepararon de inmediato
el nacimiento del Señor,
tomados del Evangelio de san Mateo (cap. 1) y de san Lucas (cap. 1).
En la primera lectura se han seleccionado algunos textos
de diversos libros del Antiguo Testamento,
teniendo en cuenta el Evangelio del día,
entre los que se encuentran algunos vaticinios mesiánicos
de gran importancia.
Adviento es el tiempo que nos sostiene en la esperanza.
Para tener presente esta idea en cada hogar
merece la pena difundir la Corona de Adviento.
En efecto, la colocación de unos cirios
-sobre una corona de ramos verdes-
es una catequesis y una celebración.
Sus luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo,
hasta la solemnidad de Navidad.
La Corona es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo
y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera,
hasta el amanecer del Sol de justicia (cf. Mal 3,20; Lc 1,78).
Esto nos recuerda unas palabras sugerentes de san Pablo VI:
“tiene una peculiar fuerza y eficacia sacramental
para alimentar la vida cristiana”.