Flor del Carmelo, Estrella del mar

 

Una fiesta de gran arraigo en nuestra tierra y, especialmente,
venerada por las gentes de la mar.
«Sube del mar una pequeña nube» (1 Re 18, 44)

 

 

ORANDO CON LA LITURGIA:

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la memoria de la Virgen María, Madre del Carmelo.
Ella, por medio del Espíritu Santo,
conservó y cumplió fielmente tu Palabra
y, perseverando en oración con los apóstoles,
fue asociada de un modo admirable
al misterio salvador de Cristo
y constituida madre espiritual de todos los hombres.
Y ahora, mientras cuida con afecto maternal
de todos los hermanos de Cristo, su Hijo,
nos precede, como señal de esperanza segura y de consuelo,
a lo largo de nuestro peregrinar hacia el monte de la gloria;
porque en ella, como en la imagen más pura,
contemplamos gozosos realizado
lo que en la Iglesia ansiamos y esperamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y los santos,
te aclamamos llenos de alegría, diciendo:

Santo, Santo, Santo… 

(Prefacio carmelitano para el 16 de julio)

 

 

Estamos en el mundo: oramos por la vida 

El Parlamento Europeo pretende declarar el aborto como un «derecho humano».
El conocido como ‘informe Matic’ propone abordar la objeción de conciencia de los médicos
como una «denegación de la atención médica».
Por otra parte, voluntarios y médicos llevan años realizando labores a favor de la vida humana.
Algunos partidos proponen penas de cárcel para los grupos provida que «obstaculicen el derecho al aborto».
Incluso, pretenderían modificar nuestro Código Penal para penalizar
-con tres meses a un año de prisión-
a los voluntarios que ofrezcan información a las mujeres frente a las clínicas abortistas.
Contemplamos el icono:
la Madre ofrece simbólicamente
a san Juan de la Cruz y a santa Teresa de Jesús
el velo protector (escapulario)
y oramos la antiquísima plegaria mariana:

Bajo tu protección nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas 
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

 

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