Cyrillonas (Qürillóná, 396 c.), uno de los primeros poetas siríacos
–probablemente- sobrino de san Efrén,
pone en boca del Señor, después de acabar la cena pascual,
estas palabras:
“Esta será, en mi Iglesia, mi excelsa memoria;
y, en la tierra entera, ésta será la Pascua.
Este día será para vosotros santo,
bendito y glorioso entre todos los días.
en él serán consolados los que sufren,
aliviados los oprimidos,
redimidos los atormentados.
En él alcanzarán la libertad los cautivos.
En él será consagrada el agua visible del bautismo.
En él se rejuvenecerán
los que envejecieron en el pecado,
se multiplicarán mis hijos sobre la tierra
y serán llevados al cielo los hombres”.
Recordemos la gran influencia de la Iglesia de Siria, Iglesia madre,
en la antigua Hispania, antes y después de la presencia árabe en la Península.
Génesis 1, 1 en una biblia en árabe
Podemos acompañar a los hermanos que sostienen el culto mozárabe cada semana.
Velo sobre las ofrendas en el altar
«Cristo en todo tiempo de la historia del mundo,
mediante verdaderas y auténticas figuras,
engendra la Iglesia, la limpia,
la santifica, la llama, la elige y la rescata:
en el sueño de Adán,
en el diluvio de Noé,
en la bendición de Melquisedec,
en la justificación de Abrahán. . .
Desde la creación del mundo
se ha venido prefigurando lo que en Cristo se había de cumplir.»
san Hilario, Tractatus Mysteriorum I, 1.
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Es interesante ver en el Tractatus Misterium de San Hilario del siglo IV una imagen de la Iglesia como cuerpo de Cristo prefigurada en Eva, sacada del cuerpo de Adán, como la Iglesia lo ha sido del costado de Cristo.