El pan celestial está sobre el altar.
Ha sido sacrificado en este misterio aquél que,
por ser Dios, no puede ser víctima.
El pan celestial que está sobre el altar
con su alimento nos vuelve a dar la vida
a cuantos al principio murieron
por culpa del alimento que tomaron en el Edén.
Se derrama en el cáliz la sangre
que fluye de su cuerpo
y se convierte en oblación
en las manos del sacerdote del nuevo holocausto.
Los fieles lo beben para expiar sus pecados.
(texto eucarístico anónimo del s. IV)