1. En estas fases antiguas hemos de destacar la importancia de los Padres y de los Concilios toledanos. Leandro, obispo hispalense, inspira el concilio III de Toledo (a. 589), el de mayor trascendencia histórica para la Iglesia hispana y el reino visigodo. En esta asamblea se dan los primeros pasos hacia la unidad litúrgica de las iglesias hispanas:
• Introducción de la proclamación del Credo en la Misa, a imitación de las liturgias orientales, antes de la comunión (canon 2).
• Estructuras del sacramento de la Penitencia (cc. 11-12).
• Importancia del uso de los salmos en las exequias y sentido pascual de estas celebraciones (c. 22).
• Recuperación del sentido cristiano de las fiestas populares de los santos (c. 23).
San Isidoro (+ 636) sucedió a su hermano en la sede de Sevilla. En su compendio del saber de la época, Las Etimologías, trata del Año litúrgico y del culto cristiano. Escribió, además, De ecclesiasticis officiis, el primer tratado de liturgia conocido a la vez que manual para la formación de pastores. Al presidir el concilio IV de Toledo (633) completará su obra litúrgica. La doctrina conciliar comienza abordando el tema de la Pascua, el Bautismo y el Año cristiano, decretando:
• Que todas las iglesias celebren la Pascua en la misma fecha, anunciada ya desde Epifanía (c. 5).
• Sobre la celebración del primer sacramento, se reivindica la práctica tradicional hispana de una única inmersión bautismal, en vez de la triple, introducida en la provincia bracarense a semejanza del Rito romano (c. 6).
• Se decreta la celebración litúrgica del Viernes santo en la que se proclama la Pasión del Señor y se celebra el rito penitencial de Reconciliación de los penitentes públicos (Indulgentia) (c. 7). Se reafirma el ayuno pascual (c. 8).
• En la Vigilia pascual se determina la bendición conjunta de la lámpara y el cirio (c. 9).
• Ausencia del canto del Aleluya en toda la Cuaresma y en otros días penitenciales del año que son, además, de abstinencia (c. 11).
• Admisión en todas las Iglesias del libro del Apocalipsis. Se asigna su lectura al tiempo pascual (c. 17).
En lo que se refiere a la Misa:
• Se introduce en la Liturgia de la Palabra, para algunas festividades, el cántico de Daniel o Bendiciones (c. 14).
• Se sitúa la aclamación del Aleluya después del evangelio (c. 12).
• Se decreta sobre la Bendición a la asamblea antes de la Comunión, y no al final de la celebración (c. 18).
Acerca de la Liturgia de las Horas, cuyos Oficios principales eran Matutinum y Lucernarium, se instituye:
• Que las Horas principales concluyan siempre con la oración dominical (c. 10).
• La conclusión de cada salmo con el Gloria y honor al Padre (c. 16).
• La aceptación de los himnos de composición eclesiástica (c. 15).
Posteriormente, el Concilio toledano X (656) estableció para todo el reino la fiesta mariana del adviento: el 18 de diciembre (c. 1). En esta asamblea episcopal destaca la figura de San Ildefonso (+ 667) el escritor de La perpetua virginidad de María y de las obras catequéticas De cognitione baptismi y De itinere deserti.