Oh Dios, que has ascendido al cielo
llevando contigo
a los que habían sido cautivos,
concede a los hombres
el don de la paz eterna.
Aunque, al subir a los cielos,
ocultaste tu cuerpo
a la vista de los hombres,
dígnate penetrar benignamente
en nuestros corazones.
R/. Amén.
Concédelo, oh Dios,
por el autor de la paz y del amor,
nuestro Señor Jesucristo,
con el cual eres una sola
e igual esencia
en la unidad del Espíritu Santo
que reina,
Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén.