Jesús, rey de eterna gloria,
te alabamos y te bendecimos
porque en tus llagas
encontramos comprensión y perdón.
Tú, el Hijo de María,
apresaste al que retenía cautivos a los hijos de Adán
Porque en tu Cruz
el antiguo enemigo mordió el anzuelo
que tuvo que libertar los que tenía cautivos
por su condición mortal.