De repente, nos sorprendió el desarrollo de los acontecimientos, con la noticia de la proclamación de un Estado islámico y el aviso a los cristianos de que o bien se convertían al islam, o bien pagaban el joziah (el impuesto que los no-musulmanes deben pagar si viven en la tierra del islam), sin especificar la cantidad exacta. Su única alternativa era abandonar la ciudad y sus casas, solamente con la ropa que llevasen puesta, sin coger nada más. Además, según la Ley islámica, después de su salida, sus casas ya no les pertenecerían, sino que pasarían de manera instantánea a ser confiscadas como propiedad del Estado islámico.
En estos últimos días, se ha escrito la letra “N” en árabe, que significa “nazara”, cristiano, sobre la fachada de las casas cristianas; y en las casas chiíes, la letra “R” que quiere decir “rwafidh”, protestante o apóstata. No sabemos qué pasará en los próximos días, porque en un Estado islámico, la sharia, o ley islámica, tiene mucho poder. Además, han interpretado que es necesaria la expedición de tarjetas de identidad nuevas para la población, basadas en la afiliación religiosa o de culto.
Esta clasificación, basada en la religión o el culto, afecta a los musulmanes y además contraviene la regulación del pensamiento islámico que se expresa en el Corán, que dice: “Tú tienes tu religión y yo tengo mi religión” y en otro sitio del Corán: “no hay coacción en la religión”. Justo esta es la contradicción que ha existido en la vida y la historia del mundo islámico durante más de 1400 años, y en la coexistencia con otras religiones y naciones diferentes en oriente y occidente.
Con el debido respeto a todas las creencias y dogmas, entre los cristianos y musulmanes se ha dado una vida de hermandad. Cuánto han compartido los cristianos aquí en nuestro oriente, especialmente desde los comienzos del islam: han compartido cada circunstancia agridulce de la vida; la sangre cristiana y la musulmana se han mezclado y derramado en defensa de sus derechos y tierras. Juntos han construido una civilización, ciudades y patrimonio. Es realmente injusto ver cómo tratan ahora a los cristianos, rechazándolos y echándolos, sin tenerlos ninguna consideración.
Está claro que el resultado de esta discriminación respaldada por la ley, será la peligrosa eliminación de la posibilidad de coexistencia entre mayorías y minorías. Esto hará mucho daño a la comunidad musulmana, tanto en el futuro cercano, como en el lejano. Si se sigue en esta dirección, Irak acabará frente a una catástrofe histórica, humana y civil.
Hacemos un llamamiento con todas nuestras fuerzas, en un espíritu de fraternidad humana.
Mar Louis Rafael Sako I
Patriarca de Babilonia de los Caldeos
Fuente: ain-es.org, 21/07/2014