En la Nueva Era se habla de la Tierra e incluso del Universo como un gran organismo vivo, que se considera de manera personal y divina.
Por eso la encíclica que acaba de publicar el Papa Francisco “sobre el cuidado de la casa común”, titulada Laudato si, es un buen exponente de una ecología equilibrada, cristiana, una actitud que no caiga ni en el extremo de la explotación de la naturaleza ni en su divinización.
 
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			 
					
							
			




