La resurrección de la Cabeza y de su Cuerpo
La costumbre de la Iglesia
es que cuando llega la medianoche, la iglesia sea adornada,
a fin de que la verdadera luz, Cristo,
que resucita del abismo,
sea recibido con solemnidad,
Porque también las vírgenes que prepararon sus lámparas
esperaron la venida del Esposo en la alegría de la Resurrección.
Por ello en dicha noche se celebra la fiesta hasta más allá de la medianoche,
hora en que creemos también que nosotros hemos de resucitar de entre los muertos,
y que el Señor juzgará a los vivos y a los muertos;
porque a los miembros les ha de suceder
lo mismo que ya precedió en la Cabeza.
(San Braulio de Zaragoza (+ 651), Carta a Fronimiano PL 80,661 D)
Por isso eu vivo da FÉ DA IGREJA esperando aquilo que me está reservado O OITAVO DIA.
SOMOS POVO DA ESPERANÇA E DA CARIDADE
Es fascinante que los pensadores antiguos, los presbíteros y diaconos, ya desde el siglo I y II, los creadores de oraciones, los obispos responsables de sus iglesias locales y su liturgia, y tantos maestros nos han dejado reflexiones, catequesis, cartas, himnos y poesías y oraciones litúrgicas, todas basadas en las escrituras, todas coherentes con el mensaje de los evangelistas y apóstoles… todas centradas en Jesucristo Resucitado, Cabeza y Esposo de la Iglesia.
También hubo desviaciones y herejías, pero éstas alimentaron mas y mas reflexiones y comentarios buscando la ortodoxia, que han hecho el Cuerpo del mensaje de la Fe.
Bueno, todo este preámbulo para decir que, gracias a estas «dosis» pequeñas pero sabrosísimas de Mozarabia (P. Manuel y colaboradores) como este fragmento de Braulio de Zaragoza, disfrutamos a la oriental, dando rodeos circulares, recibiendo y compartiendo doctrina «central» en su visión histórica poliédrica.
Y nos acerca a estos hombres sabios, nuestros «abuelos» en la litúrgia y la fe.
Gracias a los antiguos … y gracias a los contemporáneos.