Descienda sobre nosotros, Señor, el Espíritu Santo;
que por medio de él y con él
llegues a poseer nuestros corazones debidamente purificados
y aceptes la plegaria instituida por ti.
Así podrás acoger nuestras peticiones
no por nosotros mismos,
sino por él y también por él
y no por nosotros perdonarás nuestros pecados.
Él, que contigo y con el Padre reina en la igualdad,
intercediendo por nosotros,
nos hace clamar hacia ti desde la tierra, diciendo:
Padre Nuestro…
(monición a la oración dominical antes de Pentecostés)
Con esta sencilla y fascinabte monición, queda derrotado nuestro «yo» a la hora de rezar el Padrenuestro.
Purificados por el Espíritu,, regalazo. Plegaria ya antes regalada y masticada. Acoge nuestras peticiones por estar envueltos en todo ello, antes. Y ser perdonados, solo con ser conscientes de que es por Él y con Él.
Sencillo y con juego de palabras, pero enrevesadamente fácil, si te dejas llevar.
Así… me apunto.
Gracias