Bienaventuranzas de la oración

Comunidad orante en la misa GothoHispana 27.I.15

Comunidad orante en la misa GothoHispana 27.I.15

Felices quienes oran sin prisa, sin método,
como si conversaran con su mejor amigo.

Felices quienes se reservan cada día
unos momentos de silencio
para entrar gozosos en su corazón.

Felices quienes gozan de la oración
como de un diálogo sin palabras, una mirada de amor,
un encuentro de amistad y ternura.

Felices quienes ven la oración como una caracola
que hace resonar los ecos del mar que,
sin saber bien por qué, les resultan conocidos.
 
Felices quienes contemplan en silencio un amanecer,
a un afligido, el hermoso mensaje de un buen libro.
 
Felices quienes llevan a su oración
un sufrimiento, un encuentro, una luz, una presencia.
 
Felices quienes escuchan, leen, aprenden de la historia,
de los grandes orantes, de los místicos:
caminarán hacia la libertad
y el encuentro con el Espíritu vivo de Dios.

Felices quienes unen vida y oración,
contemplación y vida,
mística y existencia,
silencio y soledad, sin dicotomías.
 
Miguel Á. Mesa Bouzas (Canillejas/Madrid)
 

Un comentario en «Bienaventuranzas de la oración»

  1. …Y afortunados…
    Entramos en el Sagrario a saludarle, a adorarle, a hincar nuestra rodilla en Su presencia… pero lo extraordinario es que El ya estaba contigo. De hecho,
    entra contigo, porque has invocado, una y mil veces, desde que abriste los ojos por la mañana, a Su Santo Espíritu. Porque le pediste, en la oración
    matutina, el permanecer en Su presencia, todo el día. El poder verle en todo y en todos.
    Y Su mirada, compasiva, comprensiva… amorosa; te ayuda a levantarte, cada vez que te puede la debilidad… Y el sentirle a tu lado, y Su generosidad
    tan diligente, tan pronta a regalarte una gracia, cada vez que ve que te duele caer y le pides otra oportunidad… oportunidad que, siempre… siempre te regala. O en esa pequeña buena acción que realizas y ves que te devuelve el ciento por uno…
    (Buena acción inducida por El, estoy segura)…Y te desbordas…y recibes el bálsamo de las lágrimas, regaladas como premio inmerecido… inmerecido a nuestros ojos humanos, que no para El, que se goza en darte siempre lo que, solo a un hijo predilecto, elegido, amado… como somos todos y cada uno de nosotros, no puede dejar de darnos.
    Es verdad, «de lo que está lleno el corazón, habla la boca». Y esa felicidad solo la da la unión con El, en la oración. Son «solo» veinticuatro horas al día.
    Claro, también durante la noche, se nos dice que,
    somos instruidos internamente….

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