- Normas del Misal
Tipográficamente el misal hispano no describe un ciclo de Navidad. Sin embargo los estudios realizados sobre las celebraciones de estos días sí lo hacen. Éstas quedan recogidas en el número 152 de los Prenotandos: «A la solemnidad de la Natividad del Señor, el 25 de diciembre, sigue la de la Circuncisión el 1 de enero y la de Epifanía, el 6 de enero, que lleva el título de “Aparición del Señor”.
»Antes de que se instituyera, como Octava de Navidad, la fiesta de la Circuncisión, se celebraba aquel mismo día una fiesta de Año Nuevo. Ambas tradiciones han conservado la misa In Caput Anni o In Initio Anni. Se presta a ser utilizada en la vigilia de fin de año o bien como misa dominical o ferial entre el 1 y el 6 de enero».
- Notas sobre la Navidad hispano-mozárabe
El ciclo de Navidad comprende las celebraciones de la solemnidad de la Navidad del Señor (In Navitati Domini) el 25 de diciembre; la Circuncisión del Señor (In Circumcisione Domini) el 1 de enero; la Manifestación del Señor (In Apparitione Domini) o Epifanía el día 6 de enero; y la fiesta de los Inocentes (Allisionis Infantium) el 8 de enero.
El día 2 de enero se celebra la Misa In initio Anni, que recuerda el antiguo ayuno de comienzo de año que precedía a la fiesta de la Manifestación del Señor. Esta Misa, aunque no es propiamente navideña, contiene numerosas referencias a la Encarnación del Señor.
Los días feriales están ocupados por la celebración de fiestas de Santos, que prolongan festivamente el nacimiento del Señor. Destaca entre ellas la solemnidad de San José, esposo de Santa María Virgen el día 3 de enero. Las razones por las que el Calendario Hispano-Mozárabe sitúa en esta fecha y época del año esta celebración giran en torno a la vinculación de José al Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, y es propuesta como una invitación para que los cristianos vivan la Navidad, con un talante receptivo y obediente.
La Liturgia Hispano-Mozárabe no celebra el hecho aislado del Nacimiento de Cristo, pues este acontecimiento, al igual que la Encarnación, están siempre en relación con el Misterio Pascual, en el que se realiza la salvación de los hombres.
Cada celebración de este tiempo de Navidad es como un tejido que, reuniendo distintas formas y colores, da como resultado un conjunto armonioso.
Las Misas In Navitate Domini e In Apparitione Domini, son los pilares fundamentales de este tiempo. Ambas contemplan un mismo Misterio: la Encarnación del Hijo de Dios.
La primera va a acentuar más la visión del nacimiento del Señor en la carne, que culmina en el Misterio Pascual, y que la Iglesia celebra en la Eucaristía.
La segunda, sin olvidar los datos anteriores, examina todas las manifestaciones en la carne del Verbo de Dios. Manifestaciones que, si bien son distintas, forman una unidad, como unitaria es la acción del Señor en la vida del creyente. Cuando Cristo se manifiesta no lo hace parcialmente, sino que se da íntegramente. Si la Misa de Navidad pone la fuerza de este Misterio en la Eucaristía, la de Epifanía la pone en el conjunto de los sacramentos en los que Cristo se manifiesta, especialmente en el Bautismo, por el que somos incorporados a Él y revestidos de Él.
Las Misas In Circumcisione Domini e In initio Anni, aún siendo también ricas en contenido, son como un complemento de la que se celebra en las otras dos. La Circuncisión, unida a la Presentación en el Templo, nos presenta a Cristo sometido en todo a la voluntad del Padre, cumpliendo consecuentemente sus leyes.
La Misa In initio Anni pone de manifiesto una visión del tiempo, que desde la Encarnación del Hijo de Dios, adquiere connotaciones de eternidad: lo divino en lo humano y lo humano en lo divino. Un tiempo nuevo que anuncia la eternidad y que, incluso, la anticipa. Redimido por Cristo, el tiempo adquiere un sentido nuevo, no es tiempo de pecado, sino de gracia, porque Él es su Señor.
En todas estas celebraciones aparece la figura de María. Ella es la primicia de la Salvación, por la que ha nacido el Salvador, el “lugar” donde los hombres pueden encontrarse con Dios. La Virgen es presentada como imagen de la Iglesia, ya que lo que se cumplió en Ella, se realiza ahora en la Iglesia por la misma acción del Espíritu Santo.
Los textos eucológicos, en fin, actualizan los misterios celebrados, dando los frutos que en ellos se contienen, frutos que santifican a la asamblea y la hacen pregustar la Gloria futura, trasformando a los fieles en imagen de Cristo por medio de los sacramentos.
Ángel Fontcuberta