Domingo del rebaño sin pastor

 

Dom. XVI del tiempo durante el año,
semana cuarta del salterio.

 

 

¿Están de moda las “obras de misericordia”?

Según FAO, en la actualidad más de 820 millones de personas sufren hambre en el mundo
y, además, el número de víctimas crece…
El escalofrío que producen estas cifras se eleva a indignación cuando se cruzan con los datos de la comida desperdiciada diariamente en el mundo. Algunos estudios, como el publicado por Tristram STUART en su libro «Despilfarro», aseguran que la comida que se tira a diario en el planeta es más de la que podrían consumir los hambrientos.
Sobreproducimos y desechamos. Así de absurdo.
Cada año en Europa se desperdician 89 millones de toneladas de alimentos valorados en 143.000 millones de euros.
En el caso de España, cada familia arroja a la basura una media de 76 kilos de comida al año.

Ante esta situación, el lema en cada hogar cristiano podría ser:

“Aquí no se tira nada: se recicla o se comparte”

 

***

 

AUDICIÓN:

Versión mozárabe del Padrenuestro en español (1960):

 

***

Te Deum laudamus 
(versión española antigua
de Hernán Pérez de Guzmán) 

 

A tí adoramos. Dios,  
á tí, Señor, confessamos,  
á tí, Padre eterno, nos  
y toda la tierra honrramos.  
Quando bien consideramos  
la gloria y magnificencia,  
tu justicia y tu clemencia,  
siempre te glorificamos.  
 

La natura angelical,  
el cielo y las potestades,  
de concordes voluntades,  
te loan, Dios eternal.  
¡O Padre celestial!  
tu gloria y ‘ gran potencia  
para loar tu clemencia  
no basta lengua humanal.  
 

A tí loan cherubines,  
y con gran ardor te llaman,  
y los santos serafines,  
nunca cesando, proclaman.  
Santo, Santo, Santo llaman.  
Dios, de las huestes Señor,  
de cuya gloria y valor  
cielos y tierra se inflaman.  
 

Assí el coro glorioso  
de apóstoles notable, 
el número venerable  
de profetas muy gracioso;  
el exercicio gozoso  
tu venida annunciando,  
el coro que triunfando  
te vido muy virtuoso.  
 

Assí la clara milicia  
de mártires da loor,  
porque contra la malicia  
del cruel perseguidor,  
diste costancia y vigor  
 

Á sofrir grande crueza;  
que la humana flaqueza,  
¿que vale sin tu favor?  
 

A tí la Yglesia santa  
confiessa, y toda la tierra,  
que medida no encierra.  
Padre, tu Majestad tanta.  
Honora, predica y canta,  
tu Hijo con dulce canto,  
con el Espíritu Santo  
inflamado se leuanta.  

 

Tú, Cristo, Rey de la gloria,  
tú, Hijo del Padre eterno,  
a tí sea con sempiterno  
honor, virtud y victoria.  
Señor, tu dulce memoria  
infunde en los coraçones  
de los fieles varones,  
y cesse toda otra ystoria.  
 

Tú, Señor, tanto quesiste  
librarnos de daño y mal,  
qu’ el útero virginal  
y santo, no aborreciste.  
Por nos sainar, descendiste  
del tu trono glorioso;  
¿quién podrá, Ihesú precioso,  
regraciar quanto heciste?  
 

Tú á la muerte venciste,  
y á los qu’ en tí creyeron  
y tu ley obedecieron ,  
el rey no del cielo abriste.  
Señor, tú nos redemiste  
sin nuestro merescimiento;  
tu passion, cruz y tormento,  
fué gozo del pueblo triste.  
 

Tú á la diestra assentado  
del Eterno Padre estás,  
y créesse que vernás  
á Juzgar de lo passado,  
condenando el culpado  
y al justo dando gloria,  
apartando la escoria  
del oro puro cendrado.  
 

Pues, Señor, dulce, gracioso  
tus sieruos por que espargiste  
tu santo sangre precioso,  
acorre como acorriste;  
acuérdate que dexiste:  
llamad, y abriros hé;  
demandad, yo vos daré:  
cumple lo que prometiste.  
 

Y serán remunerados  
en la eterna alegría,  
con la santa compañía  
de tus electos amados.  
Y serán nuestros pecados  
vencidos por tu clemencia,  
pues no basta penitencia,  
¡tanto somos celerados!  
 

Salua tu pueblo, Señor,  
bendize tu eredad,  
rígelos con piedad,  
ensálçalos con amor.  
Pues eterno es tu valor,  
eterna sea tu gracia,  
ca bien breue nunca sacia,  
ni el finito fauor.  
 

Todos dias bendezimos  
tu nombre y lo alabamos,  
todo aquel tiempo perdimos  
que en esto nos empleamos:  
solamente aquel ganamos  
que loamos la tu gloria,  
y á tí, Rey de victoria,  
nuestras culpas confessamos.  

 

Digna, Señor, este dia  
de pecados nos guardar,  
plaziéndote de contar  
vn dia por toda vía.  
Pues continúa su porfía  
el diablo y su maldad,  
tú, Señor, por tu bondad,  
sey nuestra continua guía. 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *