Evangelizando…

El sagrado Crisma y los santos óleos: por la gracia del Espíritu el aceite transmite la gracia de la santidad

 

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» La prioridad no debería consistir tanto en poner de relieve las carencias de otros enfoques, sino más bien regresar constantemente a las fuentes de nuestra propia fe, para poder ofrecer una presentación adecuada y sólida del mensaje cristiano.
Podemos estar orgullosos de lo que se nos ha confiado y por eso hemos de resistir a las presiones de la cultura dominante y no enterrar esos dones (cf. Mt 25, 24-30).
Uno de los instrumentos más útiles de que disponemos es el Catecismo de la Iglesia Católica.  
Tenemos también una inmensa herencia de caminos de santidad en las vidas de los cristianos del pasado y del presente.
Allí donde el rico simbolismo cristiano, sus tradiciones artísticas, estéticas y musicales es desconocido o ignorado, los cristianos han de realizar una enorme labor en beneficio propio y, en definitiva, de todos aquellos que buscan una experiencia
o una mayor conciencia de la presencia de Dios.
Si nuestra tarea consiste en conocer, amar y servir a Jesucristo,
tiene una importancia capital comenzar con un buen conocimiento de la Sagrada Escritura.
Pero, sobre todo, salir al encuentro del Señor Jesús en la oración y en los sacramentos, que son precisamente los momentos de santificación de nuestra vida ordinaria, y el camino más seguro para encontrar el sentido de todo el mensaje cristiano».
(Jesucristo, portador del agua de la vida 6.2)

 

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Lectura bíblica para este mes de Julio: el libro de Daniel

 

El libro de Daniel tiene algunos cantos en griego que han sido muy utilizados por la liturgia hispana: las Benedictiones (Dan 3).

 

 

Dice el Ordinario de la Misa del Rito Hispano-mozárabe en el n. 10:
«En las principales fiestas de los mártires puede leerse aquí la continuación de su «pasión» según se encuentra en el Pasionario y a continuación el cántico de Daniel, llamado «Bendiciones»:

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros Padres, a ti gloria y alabanza por los siglos. Amén.
Bendito tu nombre santo y glorioso, a él gloria y alabanza por los siglos. Amén.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria, a ti gloria y alabanza por los siglos. Amén.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Amén»
Etc.
«En la tradición hispana este cántico del Antiguo Testamento
estaba vinculado de los domingos de Pascua» (J. Gibert)

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