2. “La oración de Jesús”
Jesús no sólo oraba constantemente
sino que enseñó la necesidad
de «orar siempre sin descanso» (Lc 18, 1)
y mandó a los suyos:
«Velad y orad en todo tiempo» (Lc 21, 36).
La comunidad cristiana
repite el mandato del Maestro:
«Haced en todo tiempo,
mediante el Espíritu, toda clase de oraciones…»
(Ef 6, 18).
Esto se concretó
en la antigua y breve fórmula de la tradición cristiana
Kyrie eleison
o su expresión más elaborada:
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador
(cf. Catecismo 2667).
Es esta una oración eminentemente bíblica
ya que todos sus elementos
se encuentran en la Sagrada Escritura.
Es la oración humilde del publicano en el Templo
que aspira a la misericordia divina:
«¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, pecador!» (Lc 18, 13);
podemos reconocerla en la oración de los dos ciegos:
«¡Ten piedad (eleison) de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9, 27);
en la mujer cananea:
«¡Ten piedad (eleison) de mí, Señor, Hijo de David!» (Mt 15, 23)
y en el padre del epiléptico:
«Señor, ten piedad (eleison) de mi hijo…» (Mt 17, 15).
En la súplica de los diez leprosos
encontramos la invocación del santo Nombre:
«¡Jesús, Maestro, ten piedad (eleison) de nosotros!» (Lc 17, 13).
Asimismo en la súplica del ciego Bartimeo en Jericó:
«¡Hijo de David, Jesús, ten piedad (eleison) de mí!»
(Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39).






Senhor que eu saiba estar atento aqueles que estão à beira da estrada(PERIFERIA)e que eu veja a fim de me libertar da capa