El P. Javier Sánchez Martínez es un joven presbítero
pero de profunda trayectoria y mente preclara.
Es audaz y atinado; de corte profético.
Coincidimos en la Universidad de san Dámaso:
encrucijada, al decir del gran Aurelio García,
no solo de castellanos y andaluces -como es del caso-
sino, también, de españoles y americanos, africanos y asiáticos…
Desde entonces, volviendo al P Javier, le sigo de cerca:
en sus persona y en sus escritos.
Hoy propongo para la lectura
de los que estamos interesados por la liturgia
-en la Asociación –
de este texto.
Viene a decir con autoridad que:
Una liturgia secularizada
no es más que una burda caricatura de la liturgia católica.
Merece la pena leer detenidamente este artículo:
La secularización de la liturgia
Da qué pensar.
Me alegra ver que planteamientos
que ayer parecían acallados
son proféticamente expuestos hoy.




ME gustó mucho .Algo semelhante e de errado se passa na minha paroquia.sem pausas de silencio e algo de dança fisica
SaLUDO FRATERNO
«No obedecímos al Señor, nuestro Dios, que nos hablaba por medio de sus enviados, los profetas; todos seguímos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba». Baruc 1, 21-22.
¿Hasta cuando seguiremos esperando que nuestros Ministros, (algunos de nuestros Ministros, gracias a Dios), hagan un poco de autocrítica, de su proceder?
¿Han olvidado, tal vez, que, en el centro de nuestra existencia, sólo está Jesucristo? ¿Que lo demás, debe estar dirigído a alabarlo a Él?
Nosotros somos invitados a particiar en el Banquete, en la Litúrgia. Pero ¿quién mejor que el celebrante para ser «fiel», en todo lo que allí ocurra?
De esa manera, debe dirigir nuestros gestos, posturas, cuando levantarse, cuando ponerse en pie… Bastarían unas breves indicaciones, una mínima explicación de por qué se nos invita al silencio, al recogimiento, para que todo cobrase sentido. Los cánticos deben ser supervisados por él. Jamás sustituir, por ejemplo, el Salmo, por un canto espiritual, por bonito que sea, según nos instruye, maravillosamente, nuestro presidente de Gothia, que ama la Liturgia.
Es triste ver que, algunos sacerdotes, se quedan impasibles, mientras aquello se convierte en una «democracia»: Todo el mundo tiene derecho a manifestarse como mejor le parezca, parecen pensar.
En esta página de Mozarabía, con fecha 17/08/2015, el P.Manuel nos invitaba a leer «FIDELIDAD LITÚRGICA». Instrucción Actio Pastoralis, nº 11, que os invito a releer. Fué después de unos hechos vivídos en una parroquia, que deberían haber sido puestos en conocimiento del señor obispo. Pero, antes de tomar esa medida, lejos de querer «señalarlo y no tratar con él, para que se averguence», como dice el Apóstol en Tes 3, 14, me pareció que antes podría hablar a solas, exponiendo mi disgusto, a ese sacerdote, y, como dice a costinuación S.Pablo, «no considerarlo un enemigo, sino corregirlo, como a un hermano».
Debo de decir que, su reacción fué humilde. Minutos antes participé en la Eucaristia, que él presidió, y pude comprobar su recogimiento y su esmero en la celebración.
Creo que, lejos de «hacernos cómplices de los pecados ajenos», deberíamos actuar, con amor, pero con determinación, cuando algo tan importante como la Liturgia, no se celebra como dicta la Santa Madre Iglesia, de la que todos somos miembros.
Excelente artículo y magnifico análisis del mismo por parte de Lupe. Ciertamente en muchas de las liturgias «modernas» sobran elementos foráneos como menciona el artículo. Y quizás somos efectivamente cómplices en nuestra inacción. Aceptamos lo que se nos ofrece aunque no nos termina de gustar. Parece que si protestamos o adoptamos gestos o posturas diferentes a la mayoría es que queremos destacar.
El tema es complejo y requeriría autocrítica por parte de todos y un esfuerzo por centrar nuestra atención en El que está delante de nosotros durante la Eucaristía, en el Señor eucaristizado, en Cristo en la cruz – aunque ausente hoy en día del altar. Y rezar mucho. Pedir que el Señor guíe nuestras práticas litúrgicas para su mayor gloria.