Oh Dios,
tú diste el hijo de la promesa, Juan,
a Isabel y a su esposo, incapaces de engendrar.
Él, estando aún encerrado en las entrañas de su madre,
saludó proféticamente a Dios
que habitaba en el seno de la Virgen;
te pedimos y te rogamos que,
así como por su predicación
abriste a los creyentes la puerta del reino de los cielos,
por su intercesión, nos hagas llegar a tu gloria.
R/. Amén.
Por tu misericordia, Dios nuestro,
que eres bendito y vives y todo lo gobiernas,
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Oración conclusiva (Completuria)
en la solemnidad del 24 de junio.



