algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día,
un poco de mantequilla,
una buena digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.
Amén.






¡Qué gran hombre, Tomás Moro!
¡Qué gran humor el suyo!
Incluso en el patíbulo, donde dijo: “Muero leal a Dios y al Rey, pero antes a Dios”.
Suscribo su oración al Señor.
El día 22 le celebramos.
¡Viva Santo Tomás Moro!