Oh Cristo,
tú nos enseñaste que con el ayuno y la oración
se pueden vencer las insidias del espíritu enemigo,
aparta de nosotros el ímpetu de las pasiones
y reprime las de la gula;
de manera que, nuestro cuerpo
que había cedido, por avidez, a la seducción de los vicios
por la abstinencia se someta de nuevo a ti.
R/. Amén.