Plegaria por la paz del Rito Hispano:
Señor Jesucristo,
concédenos meditar asiduamente tu doctrina
y encomendar especialmente a nuestra memoria
cuanto nos conduzca al amor fraterno,
sin sombra alguna de enemistad,
y cuanto estimule en nosotros
un ardiente deseo de tu caridad.
R/. Amén.
Porque tú eres nuestra paz verdadera,
caridad indivisible;
tú, que vives contigo mismo
y reinas con tu Hijo y el Espíritu Santo,
un solo Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Oratio Ad pacem





Hermosa plegaría que nos hace recapacitar sobre la tragedia del hombre que aparta de su pensamiento, al Dios vivo que llena de sí todos los espacios, y es sustituido por una vivencia a orillas de la nada, del más absoluto vacío. En donde, cualquier ruido, aunque tormentoso y obsesivo, le parece más agradable…todo es preferible a ser colocados implacablemente ante el horror de la nada. Cualquier chillido, estallido, violencia, o manos manchadas de sangre, se acepta con tal de que, de algún modo o por algún tiempo, logre distraer la mente o mentes, de la conciencia aterradora del universo desierto.
El hombre nuevo- a quien la fe le ha dado un ojo penetrante que ve más allá de la escena, y la caridad un corazón capaz de amar al Invisible- sabe que el vacío no existe y que la nada ha sido vencida por la Infinitud divina…y quizás con este sentimiento, el único verdadero, cualquier ataque a nuestro hermano o la mismísima guerra , sea una profunda y mortal lanza al centro de nuestro ser.