Reflectir para sacar algún provecho

imagen1imagen2Abrumados por la tecnología, quizá nos cuesta reparar en la potencia simbólica y el misterio que encierran algunos elementos que ahora son de uso cotidiano, pero que un día fueron preciados y exquisitos. Así, el espejo, casi alquímica conjunción de vidrio soplado y azogue, fascinante convexidad que mantiene la esencia de perfección y eternidad de la esfera, fue visto como una puerta a otras dimensiones, como mágica reduplicación perfecta de la realidad en un espacio desconocido.

El espejo es también lugar para el encuentro más intenso con uno mismo. Confrontación íntima. No es extraño, pues, que su imagen esté de alguna manera evocada en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Enfrentado a sí mismo, en esa búsqueda -dirigida pero a corazón abierto- de Dios, el ejercitante ha de «reflectir»; reflejar en sí y para otros su naturaleza transformada por el encuentro. Y ser capaz también de reconocer el reflejo de Cristo en el hoy imperfecto del tiempo de espera.

El artista-párroco alemán  Sieger Köder explota con acierto el recurso del reflejo en dos de sus obras.

±  Reflejado sobre el agua de la jofaina en la que lava los pies de sus Discípulos, Jesús invita a que busquen Su rostro en la humildad y el servicio.

±  Reduplicadas sus facciones en el vino del cáliz, subraya Su presencia sacramental.

Atreverse a mirarse en el espejo. Buscarse en lo más hondo. Encontrar a Jesús en Su reflejo y reflejarlo. Convertirse en ese ‘agua’ y ese ‘vino’. Quizá ese es nuestro reto.

Gerardo Díaz Quirós, 2014

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