Texto sobre Iconos (I)

sta genoveva“Así, los apóstoles vieron con sus ojos de la carne a Dios hecho hombre:
vieron su pasión, sus milagros y escucharon sus palabras.
Ahora bien, también nosotros
que caminamos tras las huellas de los apóstoles
deseamos ardientemente ver y escuchar.
Los apóstoles veían a Cristo cara a cara
porque estaba corporalmente presente;
pero nosotros, que no lo vemos directamente
ni escuchamos sus palabras,
también escuchamos estas palabras a través de los libros,
santificando de este modo nuestro oído
y, a través de él, nuestra alma.
Nos consideramos dichosos
y veneramos los libros
a través de los cuales
escuchamos estas palabras santas y nos santificamos.
Igualmente, a través de su imagen,
contemplamos el aspecto físico de Cristo,
sus milagros, su pasión.
Esta contemplación santifica nuestra vista
y, a través suyo, nuestra alma.
Nos consideramos dichosos
y veneramos esta imagen elevándonos
– en todo lo posible, a través de este aspecto físico –
a la contemplación de la gloria divina.”

(San Juan Damasceno, Tercer Tratado, XII)

Un comentario en «Texto sobre Iconos (I)»

  1. Y que por medio de esta contemplación alcancemos el sentido sobrenatural de la integridad humana; hay que decidirse a centrar la vida en un «centro que venga de fuera», la vuelta a la Biblia y a la Liturgia ha de nutrir esta visión sobrenatural del mundo.

    Saint-Exsupéry habla del número de Mozarts asesinados. Si el adulto es más rico que el niño en técnicas de vida social, en dominio de sí, ¡con cuanta frecuencia paga este enriquecimiento a un precio exorbitante, al precio de ese don de maravillarse que caracteriza a la infancia!.

    Que la visión, con alma de niño, de este maravilloso Icono, nos conduzca a la Presencia de Dios.

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