Tres cansancios…

FullSizeRenderEl Obispo de Roma presentó a los sacerdotes tres cansancios que se tambalean entre la misión y la mundanidad.

1. El cansancio de la gente: sacerdote con olor a oveja y sonrisa de padres

El Papa hablando del cansancio del contacto de Jesús con las multitudes, lo llama el “cansancio de la gente”. “Para el Señor, como para nosotros, era agotador —lo dice el evangelio».

“La gente que lo seguía, las familias que le traían sus niños para que los bendijera, los que habían sido curados, que venían con sus amigos, los jóvenes que se entusiasmaban con el Rabí…, no le dejaban tiempo ni para comer. Pero el Señor no se hastiaba de estar con la gente. Al contrario, parecía que se renovaba”.

“Y este cansancio – prosiguió – es bueno, es sano. Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja…, pero con sonrisa de papá que contempla a sus hijos o a sus nietos pequeños. Nada que ver con esos que huelen a perfume caro y te miran de lejos y desde arriba”.

2. El cansancio de los enemigos, los secuaces del mal no duermen

Al respecto, continuó explicando que “el demonio y sus secuaces no duermen” y, “trabajan incansablemente”  contra la Palabra de Dios. Y advirtió: “aquí el cansancio de enfrentarlos es más arduo. No sólo se trata de hacer el bien, con toda la fatiga que conlleva, sino que hay que defender al rebaño y defenderse uno mismo contra el mal”.

En este sentido, dijo a los sacerdotes que es necesario pedir la gracia de “aprender a neutralizar el mal, no arrancar la cizaña, no pretender defender como superhombres lo que sólo el Señor tiene que defender”.

3. El cansancio de uno mismo , el coquetear con la mundanidad espiritual

Y por último, meditó sobre el «el cansancio de uno mismo» que indicó como “quizás el más peligroso. Porque los otros dos provienen de estar expuestos, de salir de nosotros mismos a ungir y a pelear (somos los que cuidamos). Este cansancio, en cambio, es más auto-referencial”, señaló.

2 comentarios en “Tres cansancios…

  1. Nunca seremos lo suficientemente agradecidos por nuestros pastores. Y nunca debemos dejar de pedir por ellos, de sostener su cansancio con nuestra oración y ayuda. ¡Que el Señor no deje de enviarnos santos sacerdotes!

  2. «…Os he hablado de ésto, para que encontreis la paz en Mi.En el mundo tendreis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo». Jn 16,33.
    Cuántas veces, los caminos de nuestro peregrinar, hacia la Patria definitiva, se nos presentan llenos de dificultades y tribulaciones…
    Y la debilidad humana, nos incita a titubear…
    Es, en esos momentos, cuando debemos ser más generosos en la oración.
    Y no tardaremos en ver los frutos.
    Porque, ante nuestra flaqueza, nuestra petición puede no ser la correcta, y la serpiente asciende, enhiesta, sutilmente, acechando la ocasión, en que nos pueda envolver. Si, en ese momento, sonreímos, y decimos con la fuerza que nos da el Santo Espíritu: «Gracias Señor, Tú sabes lo que me conviene», habremos ganado esa batalla. Y la serpiente se desplomará a nuestros pies, como un guiñapo.
    «…Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester
    hacerse espaldas unos a otros, los que le sirven, para ir adelante…». («Vida»22)
    de Sta. Teresa. Sigamos haciendo nosotros eso: compartir momentos, experiencias, peregrinaciones, como la que tanto disfrutamos el sábado pasado, visitando en Ávila, los lugares que fundó, vivió y donde escribió la Santa.
    Gracias a nuestro presidente de Gothia, que nos introdujo en la espiritualidad teresiana, sabemos que puede ser agotador, el «pastorear» a tantas ovejas.
    Pero, a cambio, él, y todos los pastores, deben saber que cuentan con nuestras oraciones. GRACIAS.
    Gracias a los organizadores de la peregrinación, también, por su dedicación.
    ¡Que Dios nos bendiga a todos!

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