La vocación del cristiano

“Es necesario que el cristiano comprenda que su vocación es precisamente la de negarse a dejar que se reduzca el destino del hombre a su sola realización temporal, en primer lugar, y la de querer salvar lo que, de eterno, hay en él. El cristiano debe asumir la condición del hombre en toda su profundidad. El cristiano debe ser el hombre de la contemplación, y si no es hombre de contemplación ya no es cristiano. Si no se sumerge, por medio de las más profundas raíces de su ser, en el mundo de la Trinidad, si no penetra en la tiniebla luminosa y si no quiere, como Pedro, Santiago y Juan, plantar su tienda en el Tabor, no es un verdadero cristiano. No se debe hacer consistir el cristianismo, ante todo, en una acción social, externa. Estamos llamados a vivir en la intimidad de las Personas divinas y hay toda una parte de nosotros mismos que está reservada a esta familiaridad con Dios: aquí se encuentra la plenitud de nuestra dignidad más profunda. Nadie puede llamarse hijo de Dios y desconocer esta realidad, como lo hacen tantos cristianos en la actualidad, diciendo: ante todo, es preciso que el cristiano actúe con eficacia en medio de la sociedad.

También debe asumir la condición del hombre en toda su amplitud y ser el hombre de la caridad. Cuando Pedro, Santiago y Juan dijeron: Bonum est nos hic esse [¡Qué bien se está aquí!], hagamos aquí tres tiendas, aquel momento fue precisamente cuando la nube desapareció, y entonces no vieron ya sino a Jesús solo del todo, es decir, sólo vieron la humanidad de Jesús; dicho de otra manera, Jesús les condujo de la contemplación de su divinidad al servicio de su humanidad y, por tanto, les sacó de la contemplación de la Santa Trinidad para llevarlos al servicio de sus hermanos; Jesús solo del todo, es decir, tal como lo vemos en nuestros hermanos; Jesús tal como es actualmente en su humanidad, en todos los que sufren, en todos aquellos que están enfermos, en todos los pobres, y que nosotros debemos servir por medio de la caridad”.

Jean Daniélou (1905-1974),
El misterio del Adviento,
Cuadernos Phase 163, Barcelona, 101ss.

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Hoy recordamos al papa san Dámaso
y a santa Maravillas de Jesús, carm.
Mañana, día 12, recordando a la Virgen de Guadalupe,
celebramos la misa en Rito mozárabe (19 h.)
y la vigilia de la fiesta de santa Lucía.

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El jueves 14 dic. ’23, a las 18 h.
FORMACIÓN PRMANENTE
en la sede de la ACG, c/ Silva 12 (M: Callao).
El P. Diego Figueroa presentará el tema
La Iglesia: Santa y Católica…

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2 comentarios en “La vocación del cristiano

  1. ALGUNOS PEQUEÑOS “PELLIZCOS” DE LAS CARTAS A LOS AMIGOS DE LA COMUNIDAD DE PRIM, DE PACO CABALLERO +2003, AHORA QUE CELEBRAMOS SU «VIDA» DESDE HACE 20 AÑOS.

    Releídas, una vez más, las “Cartas a los amigos de Prim” de Paco y, con la dificultad que entraña que la emoción y el recuerdo vivo no sean una cortapisa para el mensaje y cercanía que en ellas siempre están presentes, me atrevo a extraer algunos de los párrafos que, personalmente, han presidido mi vida de “aprendiz de cristiano”.
    Las Cartas, en sí mismas, son todo una síntesis teológica y humanística de lo que es una vida dedicada al sacerdocio y a la educación pastoral de los jóvenes y de la construcción del hombre de hoy en su sentido mas profundo. Por ello, estos “pellizcos” (como los he llamado) son solo unos mínimos retazos que quieren ser una llamada a volver a acercarse a la totalidad del texto de las Cartas. (Rafa)
    • No tengáis pudor en repetiros una y otra vez que os queréis. Y decid esta palabra de amor con todos los modos con que los hombres podemos comunicarnos.
    • En nuestra vida de fe, como encuentro amoroso con Cristo, necesitamos repetir estos gestos y palabras con los que renovamos aquella experiencia de aceptación y entrega. No vale decir que ya le dimos el “si” en una ocasión de nuestra vida y que nos convirtió, automáticamente, en “creyentes”· Se trata de seguir actualizando y renovando esta “opción fundamental” para arraigar nuestra actitud en lo mas profundo de nuestro ser.
    • Nuestra oración, como expresión de nuestra fe, debe centrarse en la cercanía e intimidad con Cristo resucitado al que podemos hablar con la confianza de hermano y amigo. Los niveles de nuestra madurez de espíritu se reflejarán en el grado de confianza e intimidad con su persona.
    • Si os acordáis de aquellos años en los que la figura de Cristo se presentaba ante nosotros en toda su esplendidez humana y divina y nos entusiasmaba para vivir en comunidad de apertura universal la gran aventura de una fe lo más consciente posible, quizá no consiguiéramos sino una parte humilde, pero nuestra meta y nuestros horizontes eran amplios y fascinantes.
    • Si todo encuentro humano nos renueva por dentro y podemos decir que somos otros cuando nos encontramos con una persona, el “encuentro en la fe” eleva al infinito esta realidad humana. Porque la fe cristiana es una comunión con Cristo que hace que nosotros estemos en comunión entre nosotros.
    • Ante un mundo satisfecho, pero sin rumbo ni norte, los cristianos debemos ser testigos de hombres que saben “de quién se fían” y pueden ofrecer a los otros la certeza de su amor servicial. Los que creen en Cristo creen en el amor sin vacilaciones.
    • Estamos llamados al crecimiento espiritual. La madurez de espíritu es incompatible con el estancamiento. Hay que seguir creciendo siempre y el secreto es la apertura de mente y corazón. Si estamos abiertos, dispuestos a recibir y acoger “chez nous” como en la propia casa, todo lo bueno, valioso, bello y humano que nos encontremos en el camino de la vida, siempre se dará el crecimiento de espíritu.
    • La presencia invisible de las personas que amamos supone un enriquecimiento de nuestro propio ser. Es que nuestro ser ha sabido escoger lo mejor de la persona amada. Esto es lo verdaderamente maravilloso del encuentro interpersonal. La persona acogida amorosamente forma parte de nosotros mismos. Vivas o muertas nos acompañan siempre. Jamás las olvidaremos porque el olvido sería una traición. Tendríamos que prestar más atención a la ascética del recuerdo. Amar es recordar. El amor reta a la misma muerte. Nunca podrá aniquilar la presencia viva de aquellos a los que hemos querido.
    • Somos el resultado de la serie de experiencias que hemos vivido en nuestra biografía. Nuestras experiencias evocadas y revividas van marcando profundamente los rasgos de nuestra fisonomía espiritual. Por eso, el ejercicio de recordar las vivencias positivas de nuestra vida tiene un gran valor auto-educativo. Cada vez que recordamos es un golpe de buril en la gran obra de arte de esculpir el rostro de nuestro espíritu como obra siempre inacabada. Para los cristianos en su lenta tarea de formar su personalidad es de vital importancia acumular todo el depósito que han ido dejando las diversas experiencias personales de encuentro con Cristo.
    • Y esta experiencia puede ser muy rica si de ella se saca la actitud de hacer balance de la propia vida, de saber ser justos con nosotros mismos, de no escabullirnos y excusarnos y de saber recoger todo lo bueno y valioso que hemos vivido y recibido de Dios y de los hombres. Es el balance de los talentos recibidos y de la gratitud y responsabilidad de ellos.
    • La fe en Cristo no es una mera opción intelectual o voluntarista, sino la entrega incondicional y plena de nuestra persona en amor y amistad verdadera. Enamorarse de la persona concreta de Cristo y no quedarse en su idea abstracta y desnuda. Una amistad que es compromiso vertido hacia los hombres, pero que es afecto, intimidad, ternura en el diálogo de la oración que nos transforma silenciosamente.
    • Insensiblemente, cuando nos hacemos mayores, vamos pensando “como todo el mundo” y, como la cosa más natural, van desapareciendo los “idealismos y utopías de juventud”. Es la instalación y absorción en la mentalidad burguesa que tal vez en otras épocas de nuestra vida nos resultaba repugnante y, ahora, sin darnos cuenta, ya no nos “huele tan mal”.
    • Mi reflexión sobre el Viernes Santo: La reflexión sobre la muerte y el sufrimiento de Cristo nos inmunizó contra la actitud narcisista e infantil de ver la vida solamente como disfrute.
    • Cuando la profesión, la familia, o el nuevo hogar de vivienda, ya no nos permite vernos “cara a cara” con tanta frecuencia, hay que descubrir otras formas de experiencia comunitaria. Así nos ocurre con la Iglesia Universal. No podemos vernos todos los cristianos del mundo pero podemos experimentarnos unidos en comunión de espíritu y de amor efectivo. Basta un detalle, un gesto que signifique para nosotros ante los otros nuestra pertenencia y comunión.
    • Y para terminar una despedida tan cercana y actual de nuestro amigo Paco:
    “A cada uno de vosotros/as os envío un abrazo muy fuerte y cariñoso. Sabéis que os he ofrecido mi amistad sacerdotal con toda sinceridad, en fidelidad cordial a Cristo y a la Iglesia. Esperamos que algún día nos encontremos en la Patria de la Luz donde veremos claramente el significado y valor de cada instante de nuestra vida y del valor que a los ojos de Dios ha tenido esta pobre y sencilla comunidad cristiana de Prim, la Asociación San Francisco de Borja” (en Madrid).

  2. Somos gente Trinitária ,participamos da Trindade Santíssima .Estamos no mundo mas não podemos ser mundanos. O OITAVO DIA vive-se já nesta terra de peregrinos em direção ao DIA NATALIS .Se vivermos fiéis ao PAI e vivermos do AMOR que ELE nos dá para darmos aos demais seremos FELIZES BEM AVENTURADOS pois na CASA DO PAI há muitas moradas. Vivamos da FÉ cristocêntrica .Vivamos de CRISTO ,com CRISTO e para CRISTO.Sejamos co-criadores e co -redentores neste Kairós que nos é dado viver

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