En el arte romano se encuentran tres figuras principales
que fueron temas recurrentes de inspiración
para la iconografía cristiana:
- el pastor con una oveja en los hombros, símbolo de la filantropía, que fue adoptado por el cristianismo como Cristo el Buen Pastor;
- una figura con las manos alzadas hacia el cielo, simbolizando la devoción y piedad, que sería el modelo para representar a la Iglesia orante y a María, la Madre de Dios; y,
- el filósofo sentado con un rollo en las manos que llegó a representar a Cristo como Maestro y fuente de Santa Sabiduría. En la entrega del rollo o volumen a sus apóstoles se manifiesta la transmisión del mensaje.
De el buen pastor con la oveja o cordero a hombros, al Cordero místico, Cordero de Dios…
Y de esculturas, del Marsias colgado de un árbol, al Crucificado colgado o clavado con toda su humanidad al descubierto, omnipresente cuerpo proporcionado (bello o desfigurado) en la iconografía cristiana. Lo mas escandaloso y tantas veces lo mas hermoso. Ambos adjetivos en sus extremos físicos, psicológicos y espirituales, es decir, humanos.
Frente al desnudo crucificado está el revestido Maestro, donde su fuerza es el rostro, ademas de en el símbolo del rollo o el libro.