Señor Dios,
tú quieres que, sin cesar, te recemos,
y, en tu bondad, concedes que podamos invocarte,
tú que alientas los buenos deseos
y nada deniegas a los que llevan una vida honrada;
inspira anticipadamente lo que deseas escuchar
para poder realizar lo que te agrada;
concédenos lo que deseas amar en nosotros
para que puedas siempre escucharnos.
Concede que las aspiraciones sean sinceras;
los deseos, santos;
los servicios, eficaces;
los secretos, respetados;
las palabras, humildes;
las conversaciones, agradables;
las alabanzas, infatigables;
que las plegarias sean puras;
las peticiones, convenientes;
las súplicas, justas;
los ruegos, tenaces;
los encomios, constantes;
que, invocado por todos nosotros,
nos concedas a todos cuanto es necesario
para alcanzar la vida eterna.
R/. Amén.
Oratio Alia VIII Cotidiano