Árbol de la Vida

El árbol santo: la capilla de la aparicion en Jerusalén

7. Árbol de la Vida

Cedros, pinos y cipreses son para el profeta árboles paradisíacos. El árbol de hoja perenne refiere la presencia del mismo Dios: “Soy como ciprés siempre verde” (Os 14,9). Son señal eterna de alegría y paz (Is 55,12s.) que hacen brotar la confesión de fe: la culpa de Adán del hombre ha sido borrada por la encarnación de Cristo, que ha cargado sobre sí el pecado dándonos el remedio de la vida. Expresión teológica del lenguaje popular que de sus ramas cuelga manzanas (las actuales bolas), simbolizando el pecado que Cristo ha colgado del árbol de la cruz. La manzana de la discordia ha llevado al hombre a la muerte; Jesús –cuya venida se celebra en esta época del año- trae la vida.

En diferentes lugares en torno al árbol han surgido representaciones de teatro sacro (Auto de los Reyes Magos). Los personajes (ángeles, diablo, la estrella, Adán y Eva…) quedaron “retratados” en las ramas del árbol como figuritas: coro de ángeles, serpiente o dragón, las manzanas del pecado y, sobre todo, las velas o candelas utilizadas para expresar la luz que brilla en las tinieblas (Jn 1,5) y que había servido para evocar el Sol que nace de lo alto (Lc 1,79). Junto a este árbol levantado (cf. Jn 12,32) se reúnen las familias cristianas. Hoy, una imagen del Niño o un icono de la Natividad contribuirán a resaltar este símbolo ecológico de la Navidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *